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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Mas venturoso fué nuestro Sarmiento Con llevar una pobre navecilla; En atravesar, digo, que lamento Tendr

Oíd: iréis á buscar al alcalde de casa y corte más duro, más valiente, más á propósito para no dejarse engañar por Quevedo. Ruy Pérez Sarmiento, es que ni pintado. Bien: diréis á ese señor... le mandaréis que sin perder un momento, suelte por Madrid cuantas rondas de alguaciles pueda en busca de don Francisco. Todos le conocen.

Podríase afirmar como se dijo de Sarmiento que escribe en mangas de camisa. No importa que la palabra no suene bien, que la frase sea un lugar común, con tal que aquélla o ésta expresen con exactitud el concepto y se comprenda bien su significado.

El médico montaba en Júpiter; sacaba a relucir sus argumentos en forma, su ciencia de seminarista, y, por último, a los desahogos de Sarmiento contestaba con dicterios. El P. Solís, reflexivo y cachazudo, se estaba quedo; oía y callaba, hasta que para calmar los ánimos, terciaba en la disputa.

Si estuviera aquí no seria tan grande mi inquietud. No por eso vengas; Sarmiento dice que vamos bien, que el peligro pasó ya, y que, Dios mediante, no hay que temer una desgracia, por ahora. Pero yo veo las cosas de otra manera: Carmen no puede durar mucho; eso no es vivir, y de día en día la veo más débil y caída.

¡Ah, es ella! dijo don Juan pensando en doña Clara y sin acordarse, ni remotamente, como hasta entonces no se había acordado, de Dorotea. Trae una orden terminante para que se la permita hablaros á solas, del señor alcalde de casa corte, Ruy Pérez Sarmiento, de quien pende vuestro proceso. ¡Oh, pues que entre! ¡que entre! exclamó con afán el joven.

Una mañana se presentó en casa el doctor Sarmiento; iba muy de prisa, muy de prisa; llamó a la puerta, y dijo a señora Juana: ¿Rodolfo? ¿No está en casa? Pues ¡ea! decirle que le espero esta noche... que le necesito... ¿eh? No me hice esperar. El facultativo estaba en su gabinete, hojeando no qué libracos. Vaya, muchacho, llegas a buena hora. Cenarás conmigo.

2 Hijo de hombre, ¿qué es el palo de la vid más que todo palo? ¿El sarmiento qué es entre los maderos del bosque? 7 Y pondré mi rostro contra ellos; de [un] fuego salieron, y [otro] fuego los consumirá; y sabréis que yo [soy] el SE

Pero como todo llegó tarde, no bastó á contener la desgraciada suerte que sufren; que, aunque no tan infelices, como las de Sarmiento en el estrecho de Magallanes, han tenido casi la misma inutilidad los gastos, trabajos, pérdidas y muertes que costaron para llevarlas al estado en que se hallaban al tiempo de su abandono; pues el de San Julian ya tenia habitaciones para repararse con alguna comodidad de la inclemencia de los tiempos; cuyo abrigo cortó el escorbuto causado de los muchos frios de aquel clima.

No, licenciado Sarmiento; vos sois el que os vais de ... y me alegro. Guardéos Dios. Estaba ya dentro Quevedo y se cerró la puerta de la litera. Esta se puso en movimiento. Durante algún espacio, Quevedo oyó el ruido de las gentes que pasaban, y el viento que zumbaba en los aleros de las calles.

Palabra del Dia

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