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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Luego resolvieron trasladarlo á Fuerte Sarmiento, ya que debía ser enterrado finalmente en el cementerio de dicho pueblo. Así evitaban las manifestaciones que podían surgir en la Presa si el cadáver era llevado allá. Regresaba Watson de Fuerte Sarmiento y había dejado á sus espaldas las primeras casas del pueblo, cuando se encontró con Canterac.
Cuando la mestiza se marchó, aún se mantuvo Elena junto á la ventana viendo á los transeúntes, cada vez más numerosos, según avanzaba el ocaso. Se apartó de los vidrios al pasar algunos grupos de trabajadores á caballo ú ocupando carruajes alquilados en Fuerte Sarmiento. Volvían indudablemente del entierro del contratista. Todos, antes de alejarse, miraban de reojo la casa.
Me voy; no he rezado el oficio, y es la horita del chocolate. ¿Ustedes gustan? El exclaustrado se iba; Sarmiento se componía la chistera y tomaba el portante, y Venegas se marchaba diciendo pestes de frailes y retrógrados.
En sus Recuerdos de provincia, Sarmiento ha pintado el ambiente doméstico de su infancia, su casa, su pueblo, su familia, su educación, y trazado una reticente silueta de su padre, y una muy conmovida de su madre, que influyó poderosamente en su imaginación y su carácter.
Al leer esto el licenciado Sarmiento, le bailaron los ojos de alegría. Porque el licenciado Sarmiento era alcalde en cuerpo y en alma, y se alegraba de los delitos, como los médicos se alegran de las enfermedades, los clérigos de los entierros, y los sepultureros de los muertos. La alegría le hizo detenerse un momento, y luego prosiguió: «Un hombre ha sido asesinado á traición.
Para convencimiento de esta verdad, hagamos crítica con los establecimientos y poblaciones que formó Sarmiento, y los de San Julian y Rio Negro.
Nada, tía; que si por mí fuera... ¡no me iría yo!... ¿Cuándo vuelves? El domingo.... Pediré licencia. Sí, sí, ven.... ¡Mira que estoy sola, muy sola!... Dígale usted a Andrés que venga todas las noches.... ¡No dejes de venir el domingo! Aquí estaré. No quise irme sin hablar con Sarmiento. Le hallé en su casa.
De Sarmiento tratar no quiero agora, Que, como referì, pobló el Estrecho. Poblando, la fortuna burladora, No fuè muy favorable de su hecho; Que habiendo de crecer siempre en mejora, Menguó muy de repente
El Ingles su derrota y su camino Siguió, sin que persona le impidiera: Despues Diego de Flores tras él vino, Y viendo ser ya tarde se volviera; Tomó Sotomayor el Argentino. Sarmiento caminò, que no debiera: Al Estrecho llegò, dó pretendia, Mas poco le ha durado su alegria.
Además, me he llevado todas las carretas que el italiano tiene contratadas y las que hay en Fuerte Sarmiento. Esto va á retrasar un poco los trabajos del dique; pero luego, usted por una parte y el contratista por otra, procurarán ganar el tiempo perdido.
Palabra del Dia
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