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Actualizado: 21 de junio de 2025
Pero, como era de prever, tampoco esa vez supo guardar mesura. En Francia, en Holanda, en Alemania, en Inglaterra buscó a los jefes del partido nihilista y anarquista, dio cuanto pudo de sus fuerzas y toda su actividad personal a la propaganda, se mezcló en nuevas conjuraciones que produjeron sangrientos efectos, y fue nuevamente procesado y condenado a muerte.
Todos en el país conocían la situación del llamado «rancho de Manos Duras»; pero pocos iban á él, por ser lugar de mala fama. Algunas veces, los que pasaban con cierta inquietud por sus inmediaciones sólo conseguían tranquilizarse al notar su soledad. No ladraban ni salían al camino los perros de hirsuto pelaje, ojos sangrientos y agudos colmillos acompañantes del gaucho.
Este fuego aunque esté encubierto no necesita para levantarse mas que un soplo del aire, i así los pueblos en sus motínes ó rebeliones, i mas cuando han sido sin causa oprimidos, siguen los peores ejemplos, i se valen tambien de los peores, de los mas atrevidos, de los mas sangrientos i de los mas feroces medios.
La victoria quedó por Lorío. Las falanges de Entralgo se disiparon como las brumas á los rayos del sol. Unos se escondieron entre los maizales de la vega, otros entre los castañares, los más se guardaron en sus casas. Los vencedores pasearon las calles del lugar celebrando con gritos de júbilo su triunfo, llamando en cada puerta y dirigiendo á los vencidos sangrientos insultos.
Elevacion de Bolívar al gobierno de Puerto-Cabello. Esfuerzos inútiles. Escenas sangrientos. Descrédito de Miranda. Ofrecimientos estériles. Derrota del Dictador. Bandolerismo. Inminente peligro de Bolívar y su viaje á la Guaira. Proposiciones de armisticio. Capitulaciones. Monteverde se hace dueño del pais.
Así era la figura y antecedentes de Melisa, al encontrarse en pie delante del maestro; mostrábanse aquéllos tanto por el haraposo vestido, el despeinado cabello y los sangrientos pies, que movían a compasión, como por el brillo de sus grandes ojos negros, cuya fijeza producía una extraña impresión.
Es difícil que la crítica imparcial confirme el juicio del público español acerca de su mérito, porque se ve ostensiblemente que el autor, posponiendo consideraciones más elevadas, se propone sólo hacer efecto, y porque demuestra su empeño de superar, si es posible, á los dramas modernos franceses, patibularios y sangrientos, en la impresión material que mueven en el ánimo, y porque en su plan y en sus caracteres más notables ha imitado, sin duda alguna, á Víctor Hugo en Nôtre Dame de Paris.
Remaron toda una noche, teniendo á sus espaldas, como astro de desgracia, el buque ardiente, que enviaba sobre las olas sus resplandores sangrientos. Al amanecer se marcaron en el disco del sol unas ligeras ondulaciones negras. Era la tierra... ¡pero tan lejos! Dos días vagaron sobre las crestas móviles y los valles sombríos del desierto azul.
Pero a las vacas falta evidentemente la decisión masculina de permitir en la piel sangrientos rasguños, y apenas introducían el cuello, lo retiraban presto con mareante cabeceo. Los caballos miraban siempre. No pasan, observó el malacara. El toro pasó, repuso el alazán. Come mucho.
Haced que se apague esa voz con que nos llama el mundo, á nombre de la Providencia, y la Suiza no adorará el polvo de su Guillermo Tell, ni la Inglaterra nos hablará de Cromwel, ni la Francia pronunciará respetuosa el nombre querido de su Juana de Arcos, ni la libre y valiente España saludará entusiasta los manes sangrientos de un Padilla; los manes sangrientos tambien de una mujer que me estremece el alma; una mujer tan valerosa, tan cristiana, tan tierna y tan ferviente; una mujer tan noble y tan hermosa; una mujer que vale tanto como una nacion; Mariana Pineda.
Palabra del Dia
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