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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Dolmen: mesa enorme de piedra, que como el menhir, son moradas como altares donde se consumaban sangrientos sacrificios. Galgul, es una planta especial.
Las proezas y aventuras de los expedicionarios ingleses y de su indomable capitán, las descripciones interesantísimas de tipos y costumbres de la época, los múltiples incidentes de aquellas marciales jornadas, ora sangrientos y heróicos ora altamente cómicos, todo en suma, está ideado y referido con tal naturalidad, con exactitud y gracia tantas, que hacen de este libro una obra acabada y uno de los más preciados timbres de la fama literaria de su autor.
Cuando regresé a mi alcoba me sentí calenturiento y me metí entre sábanas; pero sólo logré conciliar intranquilo y mil veces interrumpido sueño. Recuerdo que aquella noche fuí testigo de los episodios más sangrientos de la conquista de México.
Y el hombre con quien se había unido necesitaba su socorro: ¿no perseguía, por medios sangrientos, un propósito inalcanzable? ¿No empujaba a las almas tímidas, con la eficacia de su desesperado ejemplo, a una lucha tremenda? Al lado de ese hombre lleno de odios, para quien la vida no tenía valor, que sembraba de cadáveres su camino, junto aquel hombre estaba su puesto.
Pero es triste ver que el gran pueblo que la realizó está todavía esperando, despues de setenta años de peripecias políticas, el cumplimiento de los promesas de libertad hechas en los terribles dias de una lucha titánica. La libertad, por la cual creyó luchar sinceramente Robespierre, no ha venido todavía; pero quedan aún los recuerdos sangrientos que despierta el nombre del diputado de Arras.
Bajo el fulgor de las primeras estrellas los soldados se agrupaban como orfeonistas, formando con sus voces un coral solemne y dulce, de religiosa gravedad. Encima de los árboles flotaba una nube roja que la sombra hacía más intensa. Era el reflejo del pueblo, que aún llameaba. A lo lejos, otras hogueras de granjas y caseríos cortaban la noche con sus parpadeos sangrientos.
En cuanto al resto de la tripulación, los marineros del brick los habían agarrotado para que no les estorbasen en sus operaciones. La entrada del local, donde estaba depositado el dinero de don Carlos, se encontraba bajo la estera que cubría el piso. De modo que Kernok se vio obligado a pasar por la habitación donde yacían los restos sangrientos de los dos esposos.
Sólo en el pueblo perduraba el recuerdo de aquella ferocidad religiosa, de aquel crimen repetido fríamente en nombre de Dios al través de los siglos; de aquellos sacrificios humanos que recordaban los ritos sangrientos de los fenicios ante sus divinidades ardientes. Y el desquite llegaba con no menos ferocidad, como el desahogo de un pueblo que se venga.
Francisco Pereira Pestana, gobernador de Goa, recelaba de continuo que la rivalidad entre la gente que acaudillaba Tiburcio y los que le envidiaban y odiaban originase desórdenes sangrientos.
Lo mejor era envolver aquellos despojos sangrientos en un pañuelo y tirarlos en medio de la calle cuando saliera. ¿Y la sangre? Limpió la colcha como pudo, soplando el polvo. Después advirtió que su mano derecha y el puño de la camisa conservaban algunas señales, y se ocupó en borrarlas cuidadosamente. También la mano del almirez necesitó de un buen limpión. ¿Tendría algo en la ropa?
Palabra del Dia
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