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Necesito aire. Pasearon por la avenida orlada de rosales y transcurrieron algunos minutos, sin que se cruzara entre los dos una palabra. Leonora se mostraba pensativa, con las cejas contraídas y los labios apretados, como si sufriera la mordedura de penosos recuerdos.

Un par de rayos sutiles pero intensísimos se pasearon á lo largo de su cuerpo, iluminándole desde la frente hasta la punta de los pies. El ingeniero, asombrado por el supuesto murciélago, levantó un brazo, abofeteando al vacío.

Alguien había hablado; tal vez era Castro, que no ocultaba nada á doña Clorinda. Pasearon por los jardines. Alicia se detuvo ante un pedazo de tierra cultivada, de la que empezaban á surgir algunas hortalizas. ¿Aquí es donde trabajas? Ya que te diviertes cultivando tu huerta, como otros príncipes rusos hacen zapatos. ¿También esto?... ¡Ah, Castro charlatán!

El sacerdote y Gabriel pasearon hablando por las silenciosas naves. No se veían más personas que un grupo de gente de la casa en la puerta de la sacristía y dos mujeres arrodilladas ante la reja del altar mayor rezando en voz alta. Comenzaba a extenderse por la catedral la penumbra de las rápidas tardes de invierno.

Vente conmigo y vamos a dar una vuelta por las rondas del Sur». Fortunata no pensaba más que en complacerle, y accedió con algún recelo, pues siempre que paseaban juntos, aunque fuera por sitios apartados, temía encontrarse a Maximiliano o a doña Lupe a la vuelta de una esquina. Esta idea le hacía temblar. Pasearon un buen ratito, sin que tuvieran ningún encuentro desagradable.

Al otro día, que contábamos ocho, pasearon las calles ordinarias, montados en sus jumentos, con coroza, y espaldas desnudas los cinco condenados a azotes, que les asentó según dicen, con poca piedad el verdugo.

La cabra tira al monte, y se te despega el señorío, créetelo, se te despega...». Cuando pasó a decir a Severiana que estaba servida, esta había concluido de limpiar la sala. Como había tan mal olor allí, trajeron una paletada de carbones encendidos, y echando un puñado de espliego, la pasearon por toda la casa, desde el pasillo hasta la cocina.

La victoria quedó por Lorío. Las falanges de Entralgo se disiparon como las brumas á los rayos del sol. Unos se escondieron entre los maizales de la vega, otros entre los castañares, los más se guardaron en sus casas. Los vencedores pasearon las calles del lugar celebrando con gritos de júbilo su triunfo, llamando en cada puerta y dirigiendo á los vencidos sangrientos insultos.

Se encontraron por las mañanas en las inmediaciones del hotel, y algunas veces bajó ella al comedor, cruzando sonrisas y miradas con el marino, que ocupaba por su desgracia una mesa lejana. Luego pasearon, hablaron, rió Freya bondadosamente de los amorosos juramentos del capitán... Y esto fué todo.

Después de contemplar y conmemorar todas estas cosas, sentados al pie de la estatua de Fray Luis de León, penetramos al fin en la Universidad, y recorrimos con profundo respeto aquellos antiguos claustros, donde se pasearon, en la alegre edad de su adolescencia, tantos y tantos hombres ilustres. Admiramos los magníficos artesanados de aquellos techos.