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Actualizado: 17 de julio de 2025
El mismo autor añade: «Seis días después á otra mujer, porque vendía pepinos á más de la postura, la pasearon por las calles con los pepinos al pescuezo y le dieron doscientos azotes.» Como estos dos, pudiera citar infinidad de casos que prueban la manera con que Puñonrostro hacía justicia, y lo que era en el siglo XVI un Asistente de Sevilla.
Al verla llegar, al cabo, con su vestidito gris, soportando gallardamente las dos existencias en que su ser se partía, una emoción intensa hizo palpitar su corazón. Corrió hacia ella y se apretaron las manos y se miraron a los ojos con embeleso. Luego, cogiéndose del brazo, entraron en el Retiro, y pasearon charlando bajo los árboles.
Seré obrero, trabajaré la tierra si es preciso, me emplearé en cualquier cosa... pero seré hombre libre. Pasearon los dos amigos por el claustro, aconsejando Gabriel a don Martín. Al determinar el punto adonde debía dirigirse, su predilección fluctuaba entre París y las repúblicas americanas más faltas de emigración.
Las cárceles han recibido un contingente extraordinario, cuyo número desconsuela; se han cometido robos escandalosos por empleados públicos, así como por agentes de compañías de caminos de hierro; los nombres de Robbson Redpath, y otros, cuyos actos criminales tanto han escandalizado á la moral pública; las catástrofes de Dean Paul, Sadler y otros; los suicidios, los actos de embriaguez; los 36,000 obreros que pasearon las calles de Lóndres, hambrientos, miserables, sin trabajo; los 1,200 millones de libras esterlinas gastados en la guerra de Oriente, que han aumentado enormemente la deuda pública, que como una losa de mármol pesa sobre la Inglaterra, todos estos acontecimientos reunidos forman un conjunto poco envidiable para un pueblo que se llama libre y civilizado.
Y el ingeniero adivinaba algo de ridículo en su situación, como si realizándose las irónicas fantasías del doctor acabasen de sorprenderle dando su serenata ante el hotel del millonario. Aún pasearon mucho tiempo los dos amantes. Deteníanse para contemplar una flor rara, seguían con atención infantil los saltitos de los pájaros corriendo por los andenes.
Que si la fuerza de ambos es idéntica se neutraliza y quedan en reposo; si la del uno es mayor que la del otro, el primero consigue arrastrar al segundo... Yo espero, señores, que en el presente caso sucederá lo último... La sonrisa de Sánchez se hizo aún más dulce. Sus ojos opacos, benignos, pasearon una mirada por los circunstantes, que le escuchaban con la boca abierta.
Palabra del Dia
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