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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Atropellándose al hablar, de pura rabia y despecho, insistió en que nadie imaginaría que el marqués de Ulloa, un señorito que sólo pensaba en cazar, se echase a político; que, a pesar de la gran influencia de la casa y de ejercer su nombre bastante prestigio entre los paisanos, la aristocracia montañesa y los curas, la tentativa importaría un comino si no la hubiese tomado de su cuenta Barbacana y no le ayudase un poderoso cacique subalterno, que antes fluctuaba entre el partido de Barbacana y el de Trampeta, pero en esta ocasión se había decidido, y era el mismo mayordomo de los Pazos, hombre resuelto y sutil como un zorro, que disponía de numerosos votos seguros, pues muchísima gente le debía cuartos que tenía esquilmada la casa de Ulloa a cuyas expensas se enriquecía con disimulo y que este solemne bribón, al arrimo del gran encausador Barbacana, se alzaría con el distrito, si no se llevaba el asunto a rajatabla y sin contemplaciones.
Seré obrero, trabajaré la tierra si es preciso, me emplearé en cualquier cosa... pero seré hombre libre. Pasearon los dos amigos por el claustro, aconsejando Gabriel a don Martín. Al determinar el punto adonde debía dirigirse, su predilección fluctuaba entre París y las repúblicas americanas más faltas de emigración.
No sé, no sé, no sé exclamó Teodoro, golpeándose el cráneo melenudo con su zarpa de león . Sí, una cosa sé, y es que no sabemos más que fenómenos superficiales. Señora, yo soy un carpintero de los ojos nada más. Después fijó los suyos con atención profunda en aquello que fluctuaba entre persona y cadáver, y con acento de amargura exclamó: ¡Alma! ¿qué pasa en ti? Florentina se echó a llorar.
Para que su vida fuese aún más alegre y aturdida le placía comer por los cafés y restaurants, como un mancebo disipado. D. Juan fluctuaba entre el gozo de verla contenta y la incomodidad aguda que le producía aquella vida desordenada, tan contraria a sus hábitos y edad. Una tarde, regresando del paseo del Prado, Fernanda estalló repentinamente en sollozos.
Desatose un recio temporal, y viento y agua, hondamente agitados, azotaron el buque, que, incapaz de maniobra, fluctuaba a merced de las olas. Los vaivenes eran tan fuertes que se hacía difícil el trabajo, lo cual, unido al cansancio de la tripulación, empeoraba nuestro estado de hora en hora.
Faltóle la paciencia, y desvió á sablazos el populacho que se atrevió á denostarle; pero no sabia que hacerse, no pudiendo ni ver á la reyna, ni reclamar las armas blancas que esta le habia enviado, por no aventurar su reputacion: y miéntras que estaba Astarte sumida en un piélago de dolor, fluctuaba él entre furores y zozobras.
Todo fluctuaba ante sus ojos, y el río, la montaña y la temprana aurora giraban a su alrededor con velocidad vertiginosa. Entonces los cerró, concentrándose en sí mismo para recobrar la conciencia que empezaba a vacilar. En aquel breve intervalo, por algún fantástico procedimiento mental, el cuartito de Bar Sansón y el grupo del padre e hijo dormidos, apareció a su vista.
Isidora fluctuaba entre el reír y el temer. Se reía y estaba pálida. Después sintió frío. «Yo bien sé lo que pasará cuando usted llegue al fin de su camino prosiguió él . En vez de quererme entonces como ha prometido, me despreciará... ¡Será usted entonces tan superior a mí!...». La perfidia en estas palabras era tanta, que no cabía debajo de todos los pliegues del disimulo.
Palabra del Dia
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