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Actualizado: 18 de julio de 2025
¿Qué es esto sino borrar el santo cariño de la hija, bajo el egoísmo grosero é impío de la sierva? ¿Qué es esto sino borrar el sacramento providencial del padre, bajo la crueldad idiota del salario?
Y cuando dábamos sacramento a los enfermos, especialmente la extrema unción, como manda el clérigo rezar a los que están allí, yo cierto no era el postrero de la oración, y con todo mi corazón y buena voluntad rogaba al Señor, no que la echase a la parte que más servido fuese, como se suele decir, mas que le llevase de aqueste mundo.
Oíase desde arriba el rumor popular; y luego, en el seno de aquel silencio que cayó súbitamente sobre la casa como una nube, la campanilla vibrante marcó el paso de la comitiva del Sacramento. El altar estaba hecho un ascua de oro con tantísima luz, que reflejaba en el talco de las flores. Había sido entornada la ventana, y todos de rodillas esperaban.
A corta distancia les seguía un carruaje y a pocos pasos les precedían un niño y un lacayo: el primero lujosamente vestido, y el segundo ocupado en ir cortando los tallos y la hojarasca de una vara para que el chiquitín jugase. De pronto, Sacramento, preguntó a su hermana: Pero mujer, ¿qué tienes? ¡Parece que vas tonta!
En reinados posteriores, los Tumbagas ocuparon puestos donde bien pudieran haber sido útiles a la Religión o al Rey: uno mandaba en las procesiones el piquete de honor; acompañaba otro, espada en mano, al Santísimo Sacramento; daba éste la guardia al Santo Sepulcro; encargábase aquél, durante el verano, del mando de las falúas de paseo en los estanques de los Sitios Reales.
Le parecía un rasgo poético y sinceramente religioso. «Estaba cansado de Obdulias y Visitaciones. El poco seso de estas, y otras damas, les hacía ser irreverentes, groseras, sí, groseras, con el sacramento y en general con todo el culto.
Recibióme, pues, el huésped con peor cara que si yo fuera el Santísimo Sacramento; ni sé si lo hizo porque le comenzásemos a tener respeto, o por ser natural suyo de ellos, que no es mucho tenga mala condición quien no tiene buena ley. Pusimos nuestro hato, acomodamos las camas y lo demás, y dormimos aquella noche.
Esta comitiva se componía del cura y de algunos católicos piadosos, hermanos de la cofradía del Santísimo Sacramento, que presididos por Manuel, iban a llevar a un cristiano moribundo, con los últimos Sacramentos, los últimos consuelos del cristiano.
Siguieron viviendo bajo el mismo techo, pero en habitaciones independientes, separados de común acuerdo, él, sin consuelo a su amargura, ella sin freno a sus desórdenes: y cuando ya este apartamiento era público, cuando ni amigos ni parientes, ni conocidos lo ignoraban, Sacramento tuvo un hijo, que, según las leyes, fue bautizado como heredero del nombre cuya deshonra confirmaba.
El pintor de su deshonra. Este es un auto, que se compara, por su título, con la tragedia que también lo lleva, y que, en su argumento, se asemeja asimismo á ella. Comienza con un soberbio monólogo de Lucero (Lucifer), que sale de la boca de un dragón, y llama á la Culpa, que habita en una obscura caverna. Cuando el último le pregunta lo que desea, le refiere la historia de su caída, y que, en castigo de su orgullo, ha sido condenado á tinieblas eternas. Expresa su desesperación, y su odio, y su envidia al Creador del mundo, que lo ha humillado tan profundamente, representándolo como á gran artista ó artífice maravilloso; cuenta, además, que este artista intenta pintar una forma y un rostro á su imagen, después de haber trabajado por espacio de seis días largos en un cuadro grande y maravilloso, que es la Creación, debiendo acabar su obra en el día séptimo; la Culpa ha de prestarle su ayuda, para que esa imagen desaparezca, y para que el artista reciba el nombre de pintor de su deshonra. La Culpa le promete su auxilio, y ambos se deslizan en el taller: asombrados y llenos de temor, á pesar de su aborrecimiento, contemplan el cuadro del Creador; las imágenes de las espigas y de la viña, alusión al futuro Sacramento, los hacen temblar, ocultándose entre las hojas de un árbol al oir ruido. El pintor aparece y comienza su trabajo, mientras la Inocencia, la Sabiduría y la Gracia le presentan los colores y entonan cánticos en su alabanza; y, cuando el trabajo se ha terminado, imagen del maestro, le infunde vida y aliento, y la Naturaleza humana, recientemente forjada, se arrodilla ante su Hacedor.
Palabra del Dia
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