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Actualizado: 13 de julio de 2025


Muy hermoso, ¿verdad? suspiró en una pausa de la letanía, sin ver a los que le rodeaban, dejando caer al azar la expresión de su entusiasmo. ¡Sublime! se apresuró a murmurar el jefe del escritorio. ¡Primo... de chipén! añadió Luis. Esto parece una cosa de teatro. Dupont, a pesar de su emoción no se olvidaba de marcar las respuestas de la letanía ni de atender al cuidado del sacerdote.

Cuando le veía marchar hacia el Calvario, cargado con el pesado leño y caer una, dos y tres veces, rendido de fatiga, sin encontrar en los feroces rostros que le rodeaban una mirada de compasión, sentía anudársele la garganta y estallar el pecho en sollozos.

Al novio le rodeaban hasta media docena de amigos: y si el séquito de la novia era el eslabón que une a clase media y pueblo, el del novio tocaba en esa frontera, en España tan indeterminada como vasta, que enlaza a la mesocracia con la gente de alto copete.

En un incendio terrible, un niño de cuatro años, hijo de obreros, había quedado solo en una pieza del cuarto piso. Las llamas rodeaban el edificio entero; el bombero toma una escalera y después de esfuerzos inauditos, medio abrasado, alcanza la ventana desde la que el niño, enloquecido por el terror, pedía auxilio. Pero el fuego consumió la escala.

Ya para entonces nuestro diputado había conseguido vencer el estupor en que vivió los primeros días, efecto de la alta idea que se había formado del mérito de cuantos le rodeaban en el salón; idea que le acoquinaba hasta el punto de no atreverse a mirar a nadie a la cara, por si le aludían y le obligaban a tomar la palabra de repente, lo cual le hubiera hecho el efecto de un rayo sobre la mollera.

Lázaro notaba que todo esto no eran mortificaciones ni martirios, pero también se decía que aquello no era vivir en el mundo y sus luchas, y que siendo buenas cuantas gentes le rodeaban, no podía ser detestable la vida. ¡Cuan diferente se le ofrecía el espectáculo del mundo que empezaba un paso más allá de aquellos respetados muros!

Las otras eminentes personas que rodeaban al Gobernador se distinguían por cierta dignidad de porte, propia de un período en que las formas de autoridad parecían revestidas de lo sagrado de una institución divina.

Los animales-plantas, inmóviles como estrellas, rodeaban de un círculo de rayos sus bocas feroces, y los seres minúsculos se sentían empujados irresistiblemente hacia ellos, lo mismo que las mariposas vuelan hacia la lámpara y los pájaros de mar chocan con el faro. Ninguna de las luces de la tierra podía compararse con las del mundo abisal.

Faltaron otras dos amigas de la abuela, que estaban resfriadas. Por disposición de la abuela, que temía las ocurrencias de Francisca y, un poco, las mías, toda la juventud ocupaba el «rincón de las malas cabezasLas personas serias rodeaban a la abuela. Como yo estaba un poco silenciosa, contra mi costumbre, Petra me interpeló de repente: Pero di algo, Magdalena; estás en las nubes.

Cada uno, animado por un bienestar evidente, revelaba su satisfacción sin dejar de interesarse por mismo, y María Teresa continuaba circulando en medio de esta discreta animación, llevando de un grupo a otro su sutil melancolía y su soledad. Hallándose en su casa, en medio de sus amigos, ¿qué extraño malestar la convertía en indiferente hacia los que la rodeaban?

Palabra del Dia

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