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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Ana salió en seguida. ¡Gracias a Dios! dijo su marido, respirando con fuerza . Creí que no se marchaba hoy esa muchacha. Ni siquiera recordaba que otras veces quien se marchaba era él. Ahora podremos hablar. Usted dirá respondió tranquilamente Álvaro, chupando su habano y tapándose la cara con el humo, según su costumbre de enturbiar el aire cuando le convenía.

Y descansó, respirando con cierto desahogo, después de haber lanzado su pretensión. El asombro de Martínez fué en aumento. Dudó un instante, fijos sus ojos en los de Lubimoff.

Araceli añadió respirando con fuerza , esta noche no estoy para bromas. ¿Crees que soy Currito Báez? Lord Gray repuse tampoco yo estoy para bromas. Todavía dijo con amargo desdén no he gustado el placer de matar a un deshacedor de agravios propios y amparador de doncellas ajenas. Maldito sea yo, si no es noble y nuevo lo que inflama mi espíritu en este instante.

Siguieron a esto frases de un orden más romántico que financiero, en las cuales el desgraciado señor expresó una vez más el consuelo que experimentaba su alma dolorida respirando la atmósfera de aquella casa, y descargando el fardo de sus penas en la indulgente persona que ocupaba ya el primer lugar en su corazón y en sus pensamientos. Rosalía se retiró de la ventana con la cabeza trastornada.

Aquel día estaba bastante aplanada, las manos más temblorosas, respirando lentamente, aunque sin gran fatiga, con invencible tendencia a permanecer muda y quieta, los ojos vagando por el techo o por la pared de enfrente, cual si siguiera el vuelo de una mosca.

Quise resistir, pero él me empujó hacia afuera. Si hubiera sospechado lo que me esperaba, no hay poder en el mundo que me hubiera hecho pasar el umbral de ese cuarto. Salí, pues, al patio, respirando el aire a pleno pulmón. El viento de la tarde produjo sobre mis mejillas ardientes el efecto de un baño helado. El último fulgor del día desaparecía.

Fuí imprudente; creyéndole un vasallo leal, le escribí algunas cartas de mi puño y letra, avisándole de la hora que podía entrar en palacio y verme. ¡Y esas cartas! ¡esas cartas! Las he quemado yo por mi propia mano, gracias á don Juan Téllez Girón, que se las arrancó á estocadas. ¡Ah! dijo respirando el rey ; ¿y de resultas de esas estocadas está herido don Rodrigo? , señor.

Un relámpago iluminó el tempestuoso golfo y la línea de escollos en que se estrellaban las olas. ¿Habéis visto? preguntó el piloto. dijo el Capitán, respirando satisfecho . En medio de la escollera he visto el atol rodeado de árboles y he visto también el canal. Gobierna siempre derecho con la proa al Este. ¿Resistirá la chalupa la resaca?

Vamos, ven acá, cacho de cielo... Algo bueno nos había de tocar una vez siquiera á estos pobres que nos pasamos la vida dentro de la tierra como los topos comiendo y respirando carbón... ¿ no sabes, palomita, que estoy envenenado desde que te robé aquellos besos junto al río? ¿ no sabes que me he pasado muchas noches en vela pensando en ti? ¿No sabes que aquí dentro del pecho todo el gas que tenía se ha inflamado de pronto y estoy ardiendo en vida por ti?... ¡Ven acá, rosa temprana!... ¡ven, cerecita dulce!

Las examinó largo rato con atención. Después, pasándose la mano por la cara repetidas veces, respirando con agitación como si se sintiese inspirada y hablando en voz de falsete para mayor solemnidad y misterio, comenzó á decir: Este cuatro de copas que aquí ves primeramente no es para ti de buen agüero: significa que vas á regañar con tu amante, que será fuerte el enojo, y este rey de oros que le sigue dice que será á causa de un hombre moreno.

Palabra del Dia

reclinándose

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