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Actualizado: 14 de julio de 2025
»Ya me sonreía el ser feliz; ¿cómo resistir a serlo demasiado? »La otra, con su laconismo, acabó lo que la primera había empezado: »No hay nada tan hermoso ni tan bueno como el celibato. »Menandro y Horacio son los únicos culpables... Sólo a ellos, señora, debe usted dirigir sus reproches... si los hay. »Reciba usted, apreciable persona seria, el homenaje de todo mi respeto.
Decía con voz ronca, rematando en chillido: «¡Acordaos siervos de Jesucristo, del castigado del Señor por sus pecados! ¡Dalde al pobre lo que Dios reciba!» Y añadía: «¡Por el buen Jesú!»; y ganaba que era un juicio. Yo advertí, y no dije más Jesús, sino quitábale la s, y movía a más devoción. Al fin, yo mudé de frasecicas y cogía maravillosa mosca.
Remedio no tiene lo que hecho habéis; que, de una parte, a esa, que honrada era, y que por vos sin honra gime, dicho se está que la debéis la honra; en cuanto a mí, yo no os amo; engañada estaba, y harto diferente de lo que sois os creía cuando os amaba, o mejor dicho, amaba en vos un sujeto de mi fantasía: de mi sueño he despertado; el fantasma de mi amor ha desaparecido; la estrella de mi esperanza se ha nublado, y el aliento de mi vida es ya un fuego del infierno que resistir no puedo, que el corazón me abrasa y en la desesperación de los condenados me arroja; que yo, antes de conoceros, el amor no conocía, y cuando le conocí, le amé, y tanto, que en tan poco tiempo, en mi vida, en mi única existencia posible trocose; y cuando le pierdo, cuando veo lo imposible de recobrarle, siento y conozco, sin que me quede ni aun el consuelo de una duda, que sin él vivir no puedo; y ya que sabéis esto, y que comprender debéis si es que ya la pasión, o el empeño, o el vicio y la maldad no os han entorpecido el entendimiento, que vos, causa de mi amor, no podéis ser mi amor, porque en vos no hallo lo que mi alma en el amor hallar deseaba; renunciad a toda esperanza de que yo, olvidándome de quién soy, y de lo que a mi honra y a mi conciencia debo, mi perdón os otorgue, por esposo os reciba y en vuestros brazos me eche.
El pintor de su deshonra. Este es un auto, que se compara, por su título, con la tragedia que también lo lleva, y que, en su argumento, se asemeja asimismo á ella. Comienza con un soberbio monólogo de Lucero (Lucifer), que sale de la boca de un dragón, y llama á la Culpa, que habita en una obscura caverna. Cuando el último le pregunta lo que desea, le refiere la historia de su caída, y que, en castigo de su orgullo, ha sido condenado á tinieblas eternas. Expresa su desesperación, y su odio, y su envidia al Creador del mundo, que lo ha humillado tan profundamente, representándolo como á gran artista ó artífice maravilloso; cuenta, además, que este artista intenta pintar una forma y un rostro á su imagen, después de haber trabajado por espacio de seis días largos en un cuadro grande y maravilloso, que es la Creación, debiendo acabar su obra en el día séptimo; la Culpa ha de prestarle su ayuda, para que esa imagen desaparezca, y para que el artista reciba el nombre de pintor de su deshonra. La Culpa le promete su auxilio, y ambos se deslizan en el taller: asombrados y llenos de temor, á pesar de su aborrecimiento, contemplan el cuadro del Creador; las imágenes de las espigas y de la viña, alusión al futuro Sacramento, los hacen temblar, ocultándose entre las hojas de un árbol al oir ruido. El pintor aparece y comienza su trabajo, mientras la Inocencia, la Sabiduría y la Gracia le presentan los colores y entonan cánticos en su alabanza; y, cuando el trabajo se ha terminado, imagen del maestro, le infunde vida y aliento, y la Naturaleza humana, recientemente forjada, se arrodilla ante su Hacedor.
De suerte, que aunque el hombre lavado con el agua del sacrosanto Bautismo reciba la gracia, y se le borre la mancha del pecado original, queda no obstante la pena de aquel pecado, y está poseído de la concupiscencia.
Pero V. dice, y dice muy bien, desde su punto de vista, ¿por qué no he de ser yo, que no soy más bobo que otro cualquiera, quien, si no en todo, en parte, se encargue de hacer esos prodigios benéficos y providenciales, y quien reciba y reparta a su gusto los ochavos que para hacerlos hay que largar?
En esto cabe error: por ejemplo, si duermo, si deliro; si en vez de tenerlas delante, las tengo á la espalda, y me hace ilusion un espejo que me las refleja; si no hay mas que un papel colocado detras de un vidrio cuya construccion es á propósito para que reciba mi retina la misma impresion que con la presencia del objeto; ó si no habiendo ninguna de dichas ilusiones, un pintor hábil ha dado al lienzo la misma apariencia que si fueran de relieve; ó siendo la una de perspectiva, no lo es la otra.
No obstante, como el contesto de V. E. me haga sospechar que mi retirada de Curuguatí no habrá sido de su agrado, y debiéndome arreglar á las disposiciones de V. E. aunque me parescan diferentes de mi modo de pensar, dispondré mi vuelta á Curuguatí luego que en el próximo correo reciba la órden.
Diríase que la ereccion de la aljama principal es el único negocio que ocupa á la corte del naciente Califato. No hay en el alcázar dependencia que no intervenga en la gran novedad que se inaugura, ni en la poblacion industria que no reciba impulso.
La abuela me suplica que reciba a Francisca, que ha venido ya a verme cuatro veces... Hasta ahora he resistido, pero la abuela tiene razón... A la misma Celestina no dejaría de chocarle... Ayer dejó escapar una reflexión significativa: No vale la pena de ponerse una persona en las niñas de los ojos para dejarla luego en la puerta... murmuró cuando iba a decir a Francisca que había yo salido.
Palabra del Dia
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