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Actualizado: 22 de junio de 2025
Todo este universo tan rico y tan vario, todos los seres grandes y pequeños, los astros como los insectos, tienen suspendida su existencia de un hilo muy delgado, el hilo de la conciencia. El mundo guarda mucha semejanza con un sueño, una quimera... Y de ese Dios creador de las cosas, padre de los hombres, ¿qué sabemos? Jamás sabremos nada.
No he visto ningún libro de caballerías que haga un cuerpo de fábula entero con todos sus miembros, de manera que el medio corresponda al principio, y el fin al principio y al medio; sino que los componen con tantos miembros, que más parece que llevan intención a formar una quimera o un monstruo que a hacer una figura proporcionada.
Esta mujer, dominada por su quimera, iba á olvidar el objeto de su visita, divagando sobre los caprichos posibles de la suerte, como Spadoni ó como el mismo Castro. ¿Y qué deseas de mí? Alicia pareció despertar, y otra vez su sonrisa fué audaz y graciosa, como al principio de la entrevista, una sonrisa de solicitante que llega con la firme voluntad de conseguir lo que quiere.
Hay un amor oculto en cada cosa y en cada cosa una sutil tristeza, lo mismo en una rosa vaso que Abril llenó de su belleza que en la fina y voluble mariposa de lírica hermosura, que, al posarse temblando en tu cabeza, surmonta su locura a tu locura. Cuando despunta un sueño y florece en la vida una quimera, el fondo de las cosas es risueño porque es azul como una primavera.
Cada cual alegaba sus razones, tratando de quimera el ajeno parecer; la discusión se hacía general; intervenían en ella periodistas y delegados desde los más remotos extremos de la mesa; alguien brindaba sin ser oído; personas de voz escasa exclamaban en tono suplicante: «Pero oigan ustedes, señores... si ustedes oyesen una palabra...». Era en balde.
Todo el club estaba reconcentrado en la sala del baccará. Miguel lamentó que Castro no estuviese en el Sporting. Hubieran charlado como en la tarde que Alicia logró asirse por primera vez á las alas de oro de la Quimera. Tal vez su ausencia era por orden de «la Generala». El también había venido aquí arrastrado por una mujer. Un sordo rumor llegó de la sala de juego.
Felices los que mueren abrazados a la quimera... Bienaventurados los que no ven cumplidos nunca sus deseos y viven en el engaño, alegría de nuestra existencia. Y al subir por una escalerilla de hierro recibieron en la cara el soplo musical de las enrojecidas ventanas del salón.
Yo no creo en el amor, como no creo en nada. Cuanto digas contra él lo sé hace muchos años; pero ¿debo darle con el pie si me sale al paso y quiere acompañarme? ¿Conoces tú una quimera que llene mejor el vacío de nuestra existencia, aunque sea poco durable?... Miguel acogió la vehemencia de su amigo con un gesto sardónico.
y si el amor que fué suyo asesina su esperanza, se revuelve brava y fuerte como en busca de venganza y sabe morir y muere por la quimera divina... ¿Es hermosa? Sí; es hermosa. Al mirar su tez morena, siento la embriaguez sagrada que produce la ternura, y en mi deliquio la veo como lánguida sirena cuando en la paz de los mares tristes canciones murmura.
Era el tal Andrés un aldeano tosco, sin instrucción y reconocíase en su aspecto esta circunstancia de modo tal que si el doctor había llegado a abrigar alguna esperanza en los recursos de aquel hombre, a las primeras palabras hubo de convencerse de que tal ilusión no era más que una quimera.
Palabra del Dia
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