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Actualizado: 14 de junio de 2025
Jacinta la siguió al gabinete próximo, y allí estuvieron las dos de cháchara por espacio de una hora larga. Guillermina decía: «Paciencia, hija, paciencia, y todo se arreglará; yo te lo prometo». Ya cerca de las doce entró Juan, y su mujer le miró con severidad sin decirle nada... «Es que te voy a aborrecer pensó , como no te enmiendes.
Entretanto, el duque de Carvajal había asido del brazo a Caffarelli, rogándole a media voz que tratase de obtener, por su mediación, una audiencia del favorito. Lo prometo a usted repuso el artista, con aire protector. Y aquella misma tarde, el Duque leía en su morada, esta breve epístola: *
iQue el cielo restituya la tranquilidad a tu alma! ique el arrepentimiento te vuelva a ti mismo! yo te prometo mis oraciones. No tengo ninguna necesidad de ellas; pero no desprecio tu piedad, me retiro; a Dios.
Y no lo tengas a mucho, que cosas y casos acontecen a los tales caballeros, por modos tan nunca vistos ni pensados, que con facilidad te podría dar aún más de lo que te prometo. -De esa manera -respondió Sancho Panza-, si yo fuese rey por algún milagro de los que vuestra merced dice, por lo menos, Juana Gutiérrez, mi oíslo, vendría a ser reina, y mis hijos infantes.
Digo esto porque no me maravillaría alguno, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y suya, y esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca, digo a tu provecho." "Señor -le dije-, yo determiné de arrimarme a los buenos.
Mirad si estáis obligado, Y cómo he sabido hacer 2090 Que vos me vengáis á ver, No como hasta aquí, forzado. De vuestra queja os prometo Que es el Conde, mi señor, La causa, cuyo valor 2095 Únicamente respeto; Porque ¿cuál hombre discreto No conociera y amara De vuestra belleza rara La divina perfección, 2100 Y el discurso á la razón, Y á vos el alma negara?
Sí, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme sola... Mañana será otro día, y te prometo ser tuya... Ahí tienes mi mano... Vete a dormir, Álvaro... Hasta mañana. Montesinos buscó en la oscuridad aquella pequeña y hermosa mano, que tan bien conocía, y la apretó contra sus labios perdidamente, la devoró a besos. Joaquina la abandonó en su poder, esperando que al cabo se marcharía.
Yo le prometo a Vd. que saldré de dudas; y luego, Dios dirá. Como Paz, al decir esto, se levantara del asiento, nerviosa y desasosegada, Tirso creyó oportuno dar por terminada la entrevista.
No, señor; no habléis en eso, Que vuestra será la culpa: Yo sé la mujer que tengo. ¿A dónde vais? A la puerta. ¡Qué ciego venís, qué ciego! Por aquí habéis de salir. ¿Conoceisme? Yo os prometo Que á no conocer quién sois, Que bajáredes más presto; Mas tomad este arcabuz Ahora, porque os advierto Que hay en el monte ladrones Y que podrán ofenderos Si, como yo, no os conocen; Bajad aprisa.
Escríbame usted añadió estrechándome entre los brazos con verdadera emoción. De mi parte prometo hacer otro tanto. Animo y buena suerte. Todo le favorece para alcanzarla. Apenas había ocupado su asiento en la alta banqueta, cuando el mayoral tomó las riendas. ¡Adiós! repitió con una expresión en el rostro que revelaba a la vez ternura y satisfacción.
Palabra del Dia
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