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Actualizado: 14 de octubre de 2025


Se lo prometo. Gracias, señor Delaberge. Y se levantó con el aire contrito de una mujer que sale del confesionario. Pero, como antes de salir lanzó una furtiva mirada al espejo, vio que tenía enrojecidos los ojos y que desarregladas sus tocas dejaban al descubierto sus cabellos grises.

No, aquí no dijo ella . ¡Por nada del mundo!... Seré tuya, te lo prometo: te doy mi palabra. Pero donde yo quiera, cuando á me parezca... ¡Muy pronto, Ulises! El sintió toda la voluptuosidad de estas afirmaciones, hechas con una voz acariciadora y sumisa; todo el orgullo de este tuteo espontáneo, que equivalía á una primera entrega.

Por mi parte te prometo imitar en la medida de mis débiles fuerzas la ternura, la obediencia y fidelidad de su santa esposa Isabel, viviendo sujeta a la ley de Dios dentro del cariño que te profeso. »Esto es lo que te propongo y deseo que hagamos. No te enfades, por Dios, querido Ricardo. Reflexiona sobre lo que te acabo de decir y verás como tengo razón.

¿Puedo escuchar aún, algunos párrafos de esa correspondencia de solteros? preguntó Francisca. Prometo ser buena como una imagen y respetuosa como un leño. La mirada de la de Ribert se dulcificó ante el tono de la petición, que produjo en todas una franca carcajada.

Señora condesa dijo la joven al pasar por la antecámara, deteniéndose delante de la de Lemos , hacedme la merced de que sepa don Francisco de Quevedo, que necesito hablarle antes de que salga del alcázar y en mi aposento. ¿Me lo prometéis? Os lo prometo, amiga mía, y os aseguro que don Francisco os verá. Gracias, doña Catalina, gracias y adiós.

Apenas has visto una iglesia más que para presenciar ceremonias que no te han explicado; apenas sabes recitar una oración que no entiendes; no sabes nada del mundo, ni de Dios, ni del alma.... Pero todo lo sabrás; serás otra, dejarás de ser la Nela, yo te lo prometo, para ser una señorita de mérito, una mujer de bien

¡Bueno he andado yo todo el día! No culpéis, pues, ni á vuestra esposa, ni á vuestra hija, ni á su novio. Yo tengo la culpa de todo, señor Francisco, y yo os prometo que en saliendo de aquí no me veréis más, porque iré á meterme fraile. ¿Y crees que yo dejaré que tu crimen quede impune por mi parte? ¡Ah! ¡queréis dar parte á la justicia! Es mi obligación; me lo manda mi conciencia.

¿Me promete usted el secreto?... Se lo prometo... Un secreto inviolable... un secreto de confesión... Excepto para mi confesor dije pensando en usted, mi bueno y piadoso consejero. Luciana reflexionó un instante. Excepto para ese, si usted juzga útil hablarle de ello. Tiene usted mi promesa; pero si tan penoso le es confiarse a , ¿para qué decirme más?

Porque decía: -La lengua queda y los ojos listos. Y el muchacho respondía: -No lo haré otra vez, señor mío; por la pasión de Dios, que no lo haré otra vez; y yo prometo de tener de aquí adelante más cuidado con el hato.

¡Dios le oiga! oró Xuantipa, adoptando una actitud devota convencional. Yo creo que usted debe intervenir algo en el negocio, Xuantipa: llevar la administración, hacer a los deudores que ellos paguen.... Usted sirve para eso, tanto como Belarmino creo que no sirve. ¿Que si sirvo? Si éste me dijera de verdad quiénes son los que no pagan, le prometo a usted que, o pagan, o les saco el galillo.

Palabra del Dia

mármor

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