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Actualizado: 14 de junio de 2025
Eso no: Dios no quiere que a nadie se le enfríe el cielo de la boca por no comer, y cuando no nos da dinero, un suponer, nos da la sutileza del caletre para inventar modos de allegar lo que hace falta, sin robarlo... eso no. Porque yo prometo pagar, y pagaré cuando lo tengamos.
Yo le prometo no ser prolijo ni enojoso. Iré al grano. No crea usted que nada de lo que digo es a humo de pajas. Todo se necesita para que V. se entere. Vamos, siga V., y le repito que perdone mi interrupción. Pues, como iba diciendo prosiguió D. Gregorio , mi esposa es ahora una matronaza fresca y guapetona todavía, si bien los años no pasan en balde. Cinco hijos me ha dado como cinco soles.
Yo te prometo que saldremos de dudas. ¿Qué vas a hacer? Poco he de poder, o despejo la situación. En la primer conversación que tenga con Tirso, le quito la careta. ¡Veremos quién lleva el gato al agua! En seguida avivaron el paso, separándose al llegar cerca de la calle de Botoneras, donde se despidieron, quedando Millán algo esperanzado con la intervención ofrecida.
Al sentarse Quevedo se desembozó y dejó ver una línea de luz por un resquicio de su linterna. ¡Oh! ¡traéis linterna! dijo el joven. Nunca voy sin ella. ¿Me prometéis decirme el nombre de la dama, si os doy algo por lo que podáis venir en conocimiento? Os lo prometo dijo Quevedo. Pues bien, abrid la linterna y mirad.
Contengo mi indignación para entonces y prometo no escasearla, en la seguridad de que todos los venezolanos han de unir su voz a la mía en un coro expresivo. A las dos de la tarde tomamos un carruaje, pasamos por la aldea de Maiquetia, situada a pocas cuadras de La Guayra, a orillas del mar, y comenzamos la ascensión de la montaña.
Amaury se acercó a ella, y besando sus cabellos le dijo en voz muy baja: Te prometo volver en seguida. El doctor había pensado que tenían que fijar las condiciones del contrato. Conocía él muy bien la fortuna de Amaury, casi doblada por su integérrima administración; pero el joven no tenía la menor idea de la cuantía de la de su suegro, que, dicho sea de paso, casi igualaba a la suya.
Contamos con buenos elementos, la inmensa fortuna de usted, sus grandes relaciones, su tenacidad y su inteligencia. Y si usted me lo permite, añadiré mi valor y mi voluntad. Sí, por cierto, querido Cristián, exclamó Marenval estrechando las manos del joven. Entre los dos realizaremos nuestro fin. Yo seré silencioso y circunspecto, lo prometo. No tendrá usted que llamarme al orden. Está bien.
Y si me duermo esta noche, ¿qué será de mí? Fíjate bien, Juan, si ves que comienzo a cabecear, te acercarás a tocarme en el hombre por detrás. ¿Me lo prometes? Sí, padrino, os lo prometo. Juan sólo prestaba mediana atención al discurso del cura.
En fin terminó Kernok , esto será así porque yo lo quiero; ¿está claro? Y al primero que abra la boca se la cerraré yo; ya sabéis que acostumbro cumplir lo que prometo. Conque, en marcha, muchachos.
Y siempre viéndole estoy, amante, dichoso y tierno... mas no existe, es ilusión que imagina mi deseo. ¡Vamos! JIMENA. ¡Leonor! LEONOR. Vamos pronto; le olvidaré, lo prometo. Dios me ayudará... sosténme, que apenas tenerme puedo. Queda la escena un momento sola; salen por la izquierda DON MANRIQUE con el rostro cubierto con la celada, y RUIZ RUIZ.
Palabra del Dia
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