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Leyólo éste y una sonrisa mitad maliciosa, mitad placentera, se esparció por su rostro. Toma, Tristán; el contenido es para ti dijo alargando el papel a su cuñado. El telegrama decía textualmente: «Ignoro si Aldama regresó de su viaje. Hágale saber que ensayos de su drama comenzarán semana próxima. EstévanezLas mejillas de Tristán se tiñeron levemente de rojo. Don Germán soltó una carcajada.

Roncaba el ama de llaves, roncaba don Silvestre, roncaban los criados y el gato y el perro; silbaba el viento, bramaba la cellisca contra las inseguras ventanas, y más que visión placentera, parecía aquel cuadro escena de conjuro, ó ensueño de calenturiento. ¡Entonces que pensó en su gabinete de Madrid y en los salones del mundo y en el teatro de la ópera!...

Y tranquilamente como un matrimonio que discute en la calma placentera del hogar los detalles de la vida material, pasaban revista de los objetos necesarios para el viaje. Rafael no tenía nada. Había huido como quien escapa de un incendio, con el traje que primero encontró al saltar de la cama. Necesitaba muchas cosas indispensables y pensaba salir a comprarlas: asunto de un momento.

Como comprenderás, no pude contener un grito de sorpresa, y , con toda tu diplomacia, vas a hacer lo mismo al leerlo. Lacante siguió diciendo con sonrisa, mitad confusa, mitad placentera: ¡Bah! querido, yo he sido joven, y lo he sido demasiado tiempo... Hay allí una flor tardía, que me pertenece, brotada en un tronco viejo y arruinado. ¿Es joven? Una chicuela.

La plática, iniciada con una frase lisonjera en elogio de su diligencia, se iba enredando poco a poco, sin saber cómo, y más de una vez la tía Pepilla vino a interrumpir nuestra charla. ¡Dulces instantes aquellos! Angelina, de pie cerca del pretil, envuelta en el rebozo, caídos los brazos con placentera indolencia, entre las manos la escoba perezosa.

En los pocos días que pasé en Comillas busqué en vano lo que tan placentera me había hecho en otro tiempo mi residencia en la misma villa. Todo se hallaba transformado allí.

Si entre tanto hubiera habido en alguna inclinación natural, alguna aptitud de las que hacen hasta placentera a muchos hombres, sin ser aldeanos, la vida campestre, menos mal; pero, por desgracia mía, me faltaban todas en absoluto.

Aquí respondieron estamos componiendo las oraciones que se han de recitar mañana por las calles y campos para que Alah, el Altísimo, nos envíe su lluvia, la fértil y placentera, y nos retire su langosta, la voraz y devorante. Recitamos también sus alabanzas y altacabiras con voz apacible y corazón limpio y conmovido.

Esta, ya por lo intempestivo del asalto, y ya por la placentera traza del amo y sirviente, no acordaron en lo que les acontecía, hasta que vieron a los pies del soldado quien el lenzuelo del bolsillo, quien la caperuza, cual la gorra, y hasta la dueña Bermúdez miró con escándalo sus venerables tocas, siendo prenda pretoria del burlador soldado.

No había subido al pueblo, nadie había venido a visitarla ni aun sus mismos parientes, acaso porque no supieran que estaba allí. Sin embargo, aquella excitación placentera que acude siempre en toda convalecencia como una resurrección de la vida comenzaba a ceder. El cuervo de la soledad y el desconsuelo comenzaba a batir ya las alas negras sobre su frente.