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Actualizado: 21 de junio de 2025


Evocáronse por las mujeres los recuerdos de los trajines pasados en aquellos días tan tristes, y aproveché la ocasión para ponderar la soledad en que me había quedado y lo que las echaba de menos en casa... Y no a punto fijo de qué modo se fue enredando desde aquí la conversación, porque yo me mezclaba en ella maquinalmente con la palabra, mientras tenía los pensamientos en Lita que estaba enfrente de .

Presa de horribles vacilaciones, de temor, de anhelo y compasión, se sentó delante de una mesa y metió la cabeza entre las manos mientras el niño, en completa libertad, curioseaba por la estancia enredando con los objetos que estaban a su alcance. El ingenioso D. Pantaleón salió de su ensimismamiento para mirar el reloj. Eran ya más de las seis. No tardarían en llamarle para comer.

Todo el santo día lo pasaban enredando desde la trastienda a la cocina e inventando diabluras. Don José era el que parecía menos feliz. Estaba triste, según decía, por la falta de ocupación.

Como a lo más de esto tuve que responder, y la conversación continuaba enredándose en el otro grupo con la inagotable verbosidad de Mari Pepa, y hasta se marchó Neluco de la visita, porque tenía que hacer otras dos antes de comer, y, sobre todo, porque estaba yo muy a gusto al lado de aquella criatura tan atractiva, lo tratado entre los dos se fue enredando también poco a poco, hasta extraviarse al fin por derroteros que ninguna comunicación directa tenía ya con el punto de partida.

Dorrego y Rosas están en presencia el uno del otro, observándose y amenazándose. Todos los del círculo de Dorrego recuerdan su frase favorita: «¡El gaucho pícaro!» «Que siga enredando decía , y el día menos pensado lo fusilo.» ¡Así decían también los Ocampo cuando sentían sobre su hombro la robusta garra de Quiroga!

Para Gil, que no comprendía la existencia sin estar enredando con algo, la mayor desgracia que podía pesar sobre un ser humano era el tener las manos vacías. La madre le apretó contra el pecho, descargó sobre sus rosadas mejillas una granizada de besos y continuó la carrera.

Soltó a Margarita y a Florela, y otrosí a los criados de doña Guiomar; levantó el embargo que sobre su casa había hecho; y en cuanto a la tía Zarandaja, ni aun pensó en ella, porque el señor Viváis-mil-años, que no podía mejorarse enredando con la justicia a la tía Zarandaja, porque esta, apretada por los cordeles, no cantase, y se vengase de él sacando a plaza otros primores suyos, de la tía Zarandaja no hizo mención, y ella no sufrió otro castigo que el miedo de que la justicia la echase las garras y la malparase.

A pesar de este regaño, al salir iban a casa de Pla con ánimo de no comprar más que dos libras de pasas de Corinto para hacer un pastel inglés, y la señora se iba enredando, enredando, hasta dejarse en la tienda obra de ochocientos o novecientos reales.

Cuando veía a los habitantes de los barrios más populares posesionados de las aceras, ellos en mangas de camisa, ellas muy a la ligera, los chiquillos medio desnudos enredando en el arroyo, creía hallarse en un pueblo de moros, según la idea que tenía de las ciudades africanas.

La marquesa no la presenta aún para que no la envejezca, y da dolor ver aquella mujercita tan desarrollada ya... no creas, tiene más delantera que su mamá... da dolor verla metida allá dentro jugando con las muñecas, enredando con las criadas o copiando temas del francés.

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irrascible

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