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Actualizado: 27 de junio de 2025
No hay culpa que el Señor no perdone por su intercesión... Vamos, déjese de lloros, que ahora va a confesarse y todo queda perdonado. Después de serenarse un poco la niña, siguieron marchando. Y llegaron a cierta plazuela no muy espaciosa, donde se alzaba la fachada parda y severa de una gran iglesia que no llamaba la atención por su esbeltez ni por otra cualidad buena o mala.
La marquesa, que no había dejado de mirar el rostro de su hija hasta que las lágrimas echaron un velo sobre sus ojos, volvió a rezar, y mientras pronunciaba una oración especialmente consagrada a las ánimas, pensaba así: «Dios te habrá perdonado, pobre alma querida, como te perdoné yo».
Por esto se enfadó tanto Salomón cuando Adonia se atrevió a pedirle por mujer a Abisag. Y habiéndole perdonado que conspirase contra él, no le perdonó aquella insolencia, e hizo que Benaya le matase sin que pudiera valerle el haberse asido al cuerno del altar, en el templo mismo.
Sin embargo, no se descubre á sus parientes, que, llenos de gratitud por haberles perdonado la vida, prosiguen su viaje hacia un monasterio, en donde Leonarda debe profesar. Don Gil, al ver á ésta, siente inflamarse su pecho con un nuevo amor, é intenta poseerla; pero todos sus esfuerzos se estrellan en la resistencia, que les opone la piadosa monja.
Les estoy esperando. ¿Qué miras tan fijamente, viejo? añadió con risa forzada, ¿vas a creer que estoy borracho? Podía habérsele perdonado al viejo la suposición, pues los ojos de Federico estaban húmedos y su cara como un tomate. Hízose un poco el remolón, y volvió a la chimenea. Bostezó, desperezose, abrochó su levita, y dijo riendo: El vino no anda tan abundante como eso, viejo.
El joven la estrechó con fraternal afecto, creyéndose perdonado. Los novios ocuparon las habitaciones que doña Paula había destinado a su hija primogénita. La vida comenzó a deslizarse serena en apariencia. Gonzalo advertía, no obstante, con pesar, que no les envolvía esa atmósfera tibia y afectuosa que hace tan grato el hogar doméstico.
Si le habla de esos ataques interrumpió el doctor , usted hubiera querido quedarse allí. ¿Y quién puede impedirme hacer lo que quiera? Si ahora mismo quisiera apearme del trineo, ¿no podría hacerlo?... He perdonado a Juan Claudio, y estoy arrepentida... ¡Oh, mamá Lefèvre!, ¿y si muere mientras usted dice eso? murmuró Luisa.
Todos, en aquellos tiempos en que la religión estaba sostenida por una fe ardiente, encontraron muy natural el sacrificio de la duquesa, y la tuvieron por una santa. ¡Y cuánto luchó la desgraciada en aquel largo encierro! ¡cuánto sufrió! ¡cuánto gozó en su sufrimiento! Había perdonado al causador de sus males, porque al fin se mostraba generoso, y sentía una viva ansia por conocerle.
A raíz de aquel suceso, me pusiste mala cara, y tardó bastante en pasársete el enfado; pero creí que ya me habías perdonado, en gracia a que tú mismo tuviste la culpa de lo que te pasó entonces. De sobra lo sé y nunca te guardé rencor por ello.
Pues antes de que vuelva otra vez, idos... idos... y perdonado y vuelto á perdonar, con tal de que no se os ocurra en vuestra vida el volver á pedirme audiencia. Beso las reales manos de vuestra majestad contestó Quevedo, y salió. ¿Qué habrá querido decirme don Francisco? dijo el rey cuando se quedó solo ; indudablemente me ha dicho algo, y algo grave; pero es el caso que yo no lo he entendido.
Palabra del Dia
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