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Actualizado: 27 de junio de 2025
No me lo hubiera perdonado nunca, y con razón exclamó la joven miss cuando Carlos le explicó el origen de la cruz. Espere usted que se la prenda sólidamente. Y con sus dedos un poco temblorosos prendió la alhaja de esponsales en el uniforme de Carlos, como lo hizo sin duda la pobre criolla cincuenta años antes. ¡Ahora podían ya sonar las trompas!
Aquella carta antes de quemarse decía: «Excelentísimo señor conde de Lemos: Vuestra esposa, ignorando que habéis sido perdonado de vuestro destierro con el rey, pone en vuestro lugar un amante, y se solaza con él en vuestra hacienda del río.» Esta carta no tenía fecha y era anónima. DE CÓMO EL INTER
Instintivamente Navarro se acercó a la chimenea y quiso sacar el papel que ardía; pero retrocedió quemándose los dedos. Esto, que parecía un chispazo de locura, inspiró a Salvador lo siguiente: No metas tu mano en el fuego para sacar lo que ha caído en él. Tú, como yo, necesitas hacerte perdonar para ser perdonado, necesitas comprar la generosidad con generosidad y el olvido con el olvido.
Siendo como sois sobrino del cocinero mayor del rey, y viniendo como vendréis por esta razón, con frecuencia, á palacio, me veréis de seguro. ¿Pero vos no haréis nada porque yo os vea? No respondió fríamente la dama. ¡Ah! perdonad, señora. Estáis perdonado; ahora sepamos: ¿habéis muerto á don Rodrigo Calderón? No lo sé, señora; sólo sé que le he tirado á muerte. ¿Os ha conocido don Rodrigo?
Yo, de todas maneras, se los había perdonado; pero ahora, créelo, me alegraría de que me debiera lo menos doscientos, para perdonárselos también». ii Dos horas antes de la señalada para que Mauricia recibiera a Dios, ya estaba allí la fundadora. «Pero Severiana, ¿en qué estás pensando? fue lo primero que dijo al entrar por el pasillo . Quita de aquí esta artesa. ¡Vaya un adorno!
Una excursión por el bosque me ha llevado a dos pasos de Rosalinda y no me habría perdonado jamás estar tan cerca de usted y no entrar siquiera a saludarla... Al acabar sus cumplidos vio Delaberge en el fondo del salón a un visitante que se había levantado al entrar él y que se disponía a despedirse. Era un joven de mediana estatura, de aspecto rústicamente elegante y de una evidente robustez.
Vivid: no permita el cielo Que quien tal valor alcanza, Por una ciega venganza Deje de dar luz al suelo. No sólo estáis perdonado, Pero os quedaré obligado Si me queréis por amigo. De eterna y firme amistad La palabra y mano os doy. MARQU
19 Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí. 20 Entonces el SE
Su mujer, que le adoraba con locura y con una suprema bondad le había perdonado sus desvíos, sobrellevó el doble martirio de verle morir y de escuchar el nombre de la perdida articulado por él inconsolablemente en las alucinaciones que precedieron su agonía.
«Hija de mi alma, ya te hemos perdonado» murmuró a manera de rezo, al dar los primeros pasos. En el centro había una mesa, sobre la cual dejó la señora la lámpara.
Palabra del Dia
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