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Actualizado: 27 de mayo de 2025


¡La imprudencia, la torpeza! ¡Eso! ¡Eso! ¡Pobre don Víctor! , pobre, y Dios le haya perdonado... pero él, merecido se lo tenía. Merecidísimo. Miren ustedes que aquella amistad tan íntima.... Era escandalosa. Aquello era... ¡Nauseabundo! Esto lo dijo el Marqués de Vegallana, que tenía en la aldea todos sus hijos ilegítimos. Obdulia asistía a tales conversaciones como a un triunfo de su fama.

22 Arrepiéntete pues de ésta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te será perdonado este pensamiento de tu corazón. 23 Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. 24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por al Señor, que ninguna cosa de éstas que habéis dicho, venga sobre .

Amaban la religión, porque éste era un timbre de su nobleza, pero no eran muy devotas; en su corazón el culto principal era el de la clase, y si hubieran sido incompatibles la Visita a la Corte de María y la tertulia de Vegallana, María Santísima, en su inmensa bondad, hubiera perdonado, pero ellas hubieran asistido a la tertulia.

Aquella estaba allí, en casa, en el lecho; la tenía en sus manos, podía matarla, debía matarla. Ya que al otro le había perdonado la vida... por horas, nada más que por horas, ¿por qué no empezaba por ella?

Como Bernardo del Carpio serás en adelante conocido y famoso en todos los países y en todas las edades. Perdonado tu padre, saldrá de la prisión y será el legítimo esposo de mi hermana. En efecto; el rey cumplió su promesa. El Conde de Saldaña salió del castillo de Luna donde estaba encerrado. Se aseó y se atavió con esmero, de suerte que todavía tenía buen ver, a pesar de su prolongado martirio.

Pero la imagen no se desvanecía, y, por el contrario, continuaba viéndola adornada con todos los encantos físicos y morales que pueden poseer los ángeles de este mundo. No se habló más del asunto. Lázaro fué perdonado, pero no salió de sus confusiones.

La embriaguez y la sangre habían corrido desde el rastrillo á la plataforma, cuando aquellas hordas que gritaban muerte y exterminio, que no habían perdonado sexos ni edades, se prosternaron de rodillas ante el lego pidiendo les absolviera de todas sus culpas.

La condesa pronunció esta negación con tal fuerza y mostrando tanta seriedad, que Pedro, sintiendo de improviso una alegría inmensa, infinita, quedó, sin embargo, confuso. No supo más que decir mirando al suelo: ¡Perdóname! Estás perdonado; pero mira... no vuelvas á hacerme preguntas tontas... Tenemos demasiadas cosas en que pensar, para ocuparnos en llorar celos ridículos.

Yo misma hubiera puesto gustosa el puñal en su mano; pero, le conozco, ¡infeliz! hubiera llorado como un niño; yo le hubiera muerto de pena, en vez de recibir el merecido castigo; él, con mansedumbre evangélica, me hubiera perdonado, y mi duro pecho y mi diabólico orgullo, lejos de agradecer el perdón, hubieran despreciado más aún al hombre que me le otorgaba.

Habríale perdonado un amor menos culpable, que hubiese sido disculpado por su objeto; habríale perdonado Petrarca, Dante, Goethe, pero no le perdonaba al bello Salville.

Palabra del Dia

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