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Actualizado: 27 de junio de 2025
¿Qué hacer continuó diciendo el canónigo con este enemigo casero tantas veces perdonado? ¿Qué hacer con este siervo alevoso, que de día nos aborda con la sonrisa en los dientes, mientras acecha de noche nuestro sueño con la mano crispada sobre corvo puñal?
Desgraciado niño... Vaya se acabaron los regaños, picarillo. Estás perdonado; desde hoy se acabó el mirar a esas desvergonzadas muchachuelas que van a casa de Poenco y comprenderás todo lo que vale un trato honesto y circunspecto con personas de peso y suposición.
En este pueblo nos han hablado muy bien de los señores de Larochefoucauld-Dondeau, que tienen aquí un castillo en el cual reparten abundantes limosnas a los pobres de la comarca. Ha llegado ayer mi desgraciado hermano y hecho las paces con mi madre. Todo le ha sido perdonado y parece en su aire muy formal.
En el instante en que la bala homicida le atravesaba las carnes, en que sus ojos se cerraban a la luz, ¿había aparecido en su cerebro la sombra de un reproche? ¿Podría haber sido reprochable el último pensamiento de su vida? Cuando Vérod se hacía estas preguntas, la respuesta no era para él dudosa: la difunta había perdonado. Y él ¿debía, a su vez, perdonar?
Por eso San Pedro, para obtener el perdón de su culpa, no usó de las palabras, con las cuales había pecado, había mentido, había blasfemado y renegado, sino que lloró con amargo llanto y fue creído y perdonado.
Prostérnate ante la virtud decía Elías; tú, pecador indigno de ser perdonado. Ha dicho que tenías buen corazón. No, señoras: no lo tiene. Doña Paulita hizo esfuerzos heroicos para aparecer con cierta dignidad arquiepiscopal en el momento en que Lázaro le besaba la mano, arrodillado ante ella; pero su decoro de santa fué vencido por lo mucho que empezaba á tener de mujer.
El perdón basta por sí para producir la gracia eficaz en el perdonado contestó la devota; y si es así, que el perdonado se corrige con la gracia tan sólo, luego la corrección del perdonador es ineficaz para el perdonado.
«Mucho me enfada dijo con cierta gravedad parlamentaria que haya usted ido sin mi permiso a la romería. Pero hubiera perdonado fácilmente esa falta. Otras no se pueden perdonar... Estoy aquí desde las cuatro esparándola a usted para decirle que se porta conmigo de una manera infame». Isidora palideció.
Ello es que pasando días y semanas; estando perjeñado el discurso y a medio digerir; puestos en ejecución los planes de la marquesa y los planos de su arquitecto, y por los suelos algunos tabiques de la casa; en Madrid casi todos los encopetados touristas veraniegos; cada hombre político en su sitio; Verónica no tan aburrida ni nerviosa como a su llegada; Pepe Guzmán bien perdonado de su falta, en virtud de razones bien expuestas y mejor recibidas; la marquesa incapacitada de moverse de un sillón en cuanto la sacaban, con trabajos, de su lecho, y el marqués con su credencial de senador entre las manos, llegó el mes de octubre, y con él la ebullición de la vida madrileña, quiero decir, la de la gente de dinero y lustre en los campos colindantes de los placeres y de la política; y llegando el mes de octubre, que era el que esperaba el marqués con grandes ansias, dio por bien digerido su discurso, y consagró todo el muy escaso que le quedaba sano a disponer el programa de la fiesta.
Escucha bien lo que voy a decirte, amada mía; yo hubiera debido castigarte seriamente por haberme decidido por tus súplicas a ir a escuchar las fantasías de una loca. Te he perdonado; pero no me rompas más los oídos con tu charla, o si no... ¿Sus predicciones han sido, pues, siniestras?
Palabra del Dia
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