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Actualizado: 16 de mayo de 2025
¡Canástoles, lo que voy a salir yo ganando con un ama de gobierno tan hacendosa como tú!... Pues respondiendo a tu pregunta, digo que no hay más asuntos. Hasta luego entonces. Hasta siempre, hija del alma... ¡Ah! por si se me olvida después: ya sabes que el primer ejemplar de tu retrato ha de ser para los de Méjico. El suyo, a la hora presente, debe de estar ya si toca o llega.
El artista que solo se propone halagar las pasiones, corrompiendo las costumbres, es un hombre que abusa de sus talentos y olvida la mision sublime que le ha encomendado el Criador, al dotarle de facultades privilegiadas que le aseguran ascendiente sobre sus semejantes; el orador que sirviéndose de las galas de la diccion, y de su habilidad para mover los afectos y hechizar la fantasía, procura hacer adoptar opiniones erradas, es un verdadero impostor no ménos culpable que quien emplea medios, quizas mas repugnantes, pero mucho ménos peligrosos.
Eres mía y no has de hacer sino lo que yo te mande. ¡Pobre criatura, formada de sensibilidad ardiente, de imaginación viva, de candidez y de superstición, eres una admirable persona nacida para todo lo bueno; pero desvirtuada por el estado salvaje en que has vivido, por el abandono y la falta de instrucción, pues careces hasta de la más elemental! ¡En qué donosa sociedad vivimos, que se olvida hasta este punto de sus deberes y deja perder de este modo un ser preciosísimo!... Ven acá, que no has de separar de mí; te tomo, te cazo, esa es la palabra, te cazo con trampa en medio de los bosques, fierecita silvestre, y voy a ensayar en ti un sistema de educación.... Veremos si sé tallar este hermoso diamante.... ¡Ah!, ¡cuántas cosas ignoras!
Aunque el Rey, Nuestro Señor, ha determinado que los curatos de estos pueblos se provean en clérigos, me parece no tendrá efecto por falta de sujetos que quieran oponerse a ellos por el corto sínodo que gozan, que sólo es suficiente para religiosos, y no para clérigos que necesitan más para su decencia; y entretanto no sean codiciales estos curatos, y que se verifique la real intención, me parece no lograrán tener curas como los necesitan, porque las religiones mandan solamente religiosos mozos, sin madurez ni experiencia, y que aunque hayan estudiado algo se les olvida por falta de ejercicios, faltándoles éste en el tiempo y edad que más lo necesitaban.
Señor replicó la señorita Laroque con una vivacidad muy extraña á su habitual lenguaje: ¡no sabe usted lo que dice! y agregó más severamente: olvida usted á quien habla. Es cierto, señorita respondí con dulzura, inclinándome he hablado sin saber, y he olvidado un poco con quien hablo; pero usted me ha dado el ejemplo.
Pero Soledad, en vez de responderle, se dirigió en voz alta y tono jocoso á sus amigas, que marchaban delante. Andad más vivito, hijas, que llevamos paso de procesión. ¿Queréis pasar la noche al fresco? Cayéronsele al guapo las alas del corazón. En su vida se había sentido tan triste. Aún tuvo fuerzas para exclamar: Vamos, Soledad, olvida mis faltas.
El tiempo pasa. El juramento se olvida. El amor se apaga. »Clara, al conocer sus nuevos compromisos, le pregunta: «Otra bien amada obtiene tus atenciones; ¡el que ocupa a todas horas mi pensamiento ha podido hacerme traición!» »Clara le perdona, le llora y se dispone a morir...
Por eso nos llenamos de resignación, señora, y cuando recibimos golpes como el que usted se ha servido darme, nos encogemos de hombros y decimos: «paciencia». Luego seguimos viviendo, y comemos y dormimos tan tranquilos... Es una tontería morirse por quien tan pronto nos olvida. Estás hecho un basilisco de rabia me dijo la condesa en tono de burla , y quieres aparecer tranquilo.
A la señora de pueblo le llamó la atención la cabeza del santo, que desde que se ve una vez no se olvida. ¡Oh, qué hermoso! exclamó sin poder contenerse. Miró don Saturno con sonrisa de lástima y dijo: Sí, es bonito; pero muy conocido. Y volvió la espalda a San Juan, que llevaba sobre sus hombros al pordiosero enfermo, entre las tinieblas.
El pueblo olvida fácilmente a los ricos, a los guerreros, a los hombres de Estado, pero recuerda siempre con amor al artista que una vez le proporcionó algunos instantes de alegría espiritual. Aunque todos los críticos de España se armasen hoy para arrancarme de la cabeza la corona y de los hombros la púrpura, mañana al salir a la calle las miradas de los hombres me saludarían como a un rey.
Palabra del Dia
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