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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Pero usted olvida que es casada y que Dios le manda querer a su marido, y si no le quiere, serle fiel de cuerpo y de pensamiento. ¡Bonita plancha, sí señor, bonita!... En mi vida me ha pasado otra.
Tu cuerpo cercaré de espesas nieblas, Para que tu alma brille en las tinieblas Cual faro celestial; Y se estiendan las alas de tu alma, Para volar á la region de calma Donde se olvida el mundo terrenal.
¿Y encuentra usted legítimo y natural, usted la prometida de otro, sostener con el señor Lautrec un cambio de cartas galantes? Si me hubiese usted amado, siquiera un poco, le hubiera bastado una palabra para impedirlo. Olvida usted que nuestro compromiso era secreto y que mi libertad aparente autorizaba a Lautrec para tratar de agradarme.
Ignoro, señora Vizcondesa, cómo la ha educado usted, pero afirmo que lo que sucede no tiene sentido común. ¡Señor!... Cecilia ha leído mis obras. Eso quería yo decir. ¡General!... Olvida usted... Dice usted bien. Olvido que la cena nos aguarda.
Nuestro coloquio, por otra parte, no había pasado inadvertido, pues se trataba de ir a comer y mi padre me interpelaba: ¿Pero qué es esto, Elena? Una dueña de casa que olvida sus deberes para charlar... Es ese zalamero de Lautrec, que hace de las suyas dijo irónicamente Kisseler, que no pierde ocasión de decir despropósitos.
Así, uno de los objetos de mas lujo en los grandes salones de Paris, procede de las manos mas humildes y toscas. ¡Cuántas veces el mundo, en su loca admiracion por las apariencias deslumbradoras, olvida las humildes existencias cuyo concurso ha producido las maravillas que se admiran!
Y, porque se vea que digo verdad, esperen y escuchen, que esta ciencia es como la del nadar: que, una vez aprendida, nunca se olvida. Y luego, puesta la mano en las narices, comenzó a rebuznar tan reciamente, que todos los cercanos valles retumbaron.
Le escribiré; le enviaré periódicos que hablen de mí y usted verá como tiene una amiga que no le olvida y le saluda desde Londres, San Petersburgo, o Nueva York, cualquiera de los rincones de este mundo que muchos creen grande y en el cual no puedo revolverme sin tropezar con el fastidio. ¡Que tarde ese momento! dijo Rafael. ¡Que no llegue nunca! ¡Loco! exclamó Leonora. Usted no sabe cómo soy.
Lo dicho manifiesta la imposibilidad de dirigir la conducta del hombre por solo el sentimiento; y la literatura de nuestra época, que tan poco se ocupa de comunicar ideas de razón y de moral, y que al parecer no se propone sino excitar sentimientos, olvida la naturaleza del hombre, y causa un mal de inmensa trascendencia.
Si lo he entendido bien y si no lo recuerdo mal, el famoso novelista francés Emilio Zola dice que una buena novela ha de ser la exacta representación de lo vivido, observado y entendido al través de un temperamento. Zola olvida o desdeña lo principal: la imaginación, o sea la fuerza activa que representa bien lo vivido y lo que se ha visto y observado.
Palabra del Dia
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