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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Esa voz... oigan ustedes qué órgano tan admirable: es González Bravo, un mozo terrorista, más listo que Cardona y con más veneno que un áspid.... Pero, volviendo a nuestro asunto, nosotros, al fundar la sociedad isabelina, llevamos el objeto de unificar el pensamiento de los liberales y de traer al ejército a una idea común que sea precursora de una acción común.
Y ahora oigan vuesas mercedes, amagando á comenzar, el brazo derecho levantado, los versos de la comedia,» cuando todos á una voz le dijeron que lo dejase para más espació, y el huésped indignado, que sabía poco de filis, le volvió á advertir que no había de estar un día más en la posada.
¿Qué me importa tu prima? exclamé con enfado . Tú no sospechabas que viniera a sorprenderte. ¿Pero estás loco?, doña María no me quita los ojos. Vaya al diantre doña María. Respóndeme, Inés, a lo que te pregunto, o gritaré y escandalizaré para que nos oigan hasta los sordos. Pero si no me has preguntado nada. Sí te he preguntado. Pero tú haces que no oyes, y no quieres responderme.
Vean, oigan esto... Un buen día, viene a verme mi hermana... Dicho sea de paso, ella hacía causa común con toda esa gentuza... Entra, pues, en mi aposento, mostrando en sus labios la sonrisita falsa que adoptan las solteronas cuando se hace alusión delante de ellas a la manera cómo vienen al mundo las criaturas. Tengo que hablarte, Jorge me dice, tosiendo afectadamente, sin mirarme.
Me interesó la noticia y resolví dirigir al día siguiente mis pasos hacia la casa del guarda, con la esperanza de ver al Rey. ¡Ojalá se quedase cazando toda la vida! me decía mi huéspeda. Cuentan que la caza, el vino y otra cosa que me callo, es lo único que le gusta o le importa. Pues que coronen al Duque; eso es lo que yo quisiera, y no me importa que me oigan.
Oigan ustedes indicó la de Leiva, que había tomado el periódico de manos del Marqués ; ésta sí que es noticia extraordinaria. Y no digan ustedes que la sabían, porque hasta ahora no se ha hablado en España ni en el mundo de semejante cosa. Atención: «Cádiz, 14.
Por lo general, es hombre pacífico y comedido; mas en cuanto se le habla de Pericles sale de sus casillas y suelta horrores por la boca. Hace algunos años escribió un folleto fulminante contra él. En todo Asturias se conoce este documento, que es chistosísimo. Oigan ustedes algo: «Á buena fe, Pericles; á buena fe, don traidor, suspiros y lágrimas asaz engendrará vuestra desbocada ambición.
Venga usted con nosotros, Juan, voy a tocar una pieza de Mozart en el clavicordio de María Antonieta. Cerraremos la puerta para que las débiles notas del clavicordio no se oigan en el piso de arriba. El salón chico era precioso con su tapicería Luis XVI de muaré blanco rayado de azul pálido, sus muebles de vieja laca de coromandel y sus largos espejos colocados sobre delicadas consolas.
10 ¿A quién tengo que hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus orejas [son] incircuncisas, y no pueden escuchar. He aquí que la palabra del SE
Oigan ustedes este golpe: Un día dije: 'Voy a ver a D. Amadeo'. Pido mi audiencia, llego, entro, me recibe muy serio. Yo imperturbable, le hablé de mi asilo y le dije que esperaba algún auxilio de su real munificencia. ¿Un asilo de ancianos? me preguntó. 'No señor, de niños'. ¿Son muchos?. Y no dijo más. Me miraba con afabilidad. ¡Qué hombre!, ¡qué bocaza!
Palabra del Dia
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