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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Haced que las gentes que están al lado del rey, cuenten sus pasos, oigan sus palabras... Tal las oyen, que aconsejo á vuecencia haga dar una mitra al confesor del rey. ¡Cómo! Fray Luis de Aliaga ha pasado toda la tarde al lado de su majestad, mientras vuecencia reconciliaba á sus enemigos y se creía por su reconciliación libre de cuidados. El duque quedó profundamente pensativo.
Las avenidas de este rio son tan rápidas y repentinas, que, aunque se oigan á mucha distancia el golpeo y ruido que hacen entre bocas y peñas, apenas da lugar á las mugeres para bajar sus tiendas, y cargar su bagaje, ni á los indios para asegurarse y pasar sus ganados á las montañas.
D. Gabriel añadió alzando la voz qué hendidura tan grande es esa que hay en el techo? Inés, si es verdad lo que me dices, dímelo otra vez, y alza la voz. Quiero que lo oigan doña María, D. Diego y los murciélagos. Calla; por haber estado tanto tiempo sin verme, merecerías... a ver, ¿que merecerías?
Brotó entonces del grupo de inglesas ese enérgico silbido que en todos los idiomas significa: «¡Silencio!: cállense ustedes, y oigan, o dejen oír siquiera.» Las españolas se dieron al codo, y prosiguieron impertérritas con sus cuchicheos. ¿No veis aquello? decía Lola Amézaga. ¿El qué... el qué... el qué? preguntaron todas. ¿Qué ha de ser?, Albares.
Al ver que los dos hombres parecían vacilar, añadió: No es posible engañarse... Cuando oigan ustedes chillar es que han llegado. Tragomer se echó á reir y dijo: Gracias, señora. No hay de qué. La buena mujer continuó frotando su cacharro y Tragomer oyó que gruñía: Más comienchos con mucho gabán de pieles y sin un céntimo en el bolsillo.
29 Y Abraham le dice: A Moisés y a los profetas tienen; oigan a ellos. 30 El entonces dijo: No, padre Abraham; mas si alguno fuere a ellos de los muertos, se enmendarán. 31 Mas él le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos. 3 Mirad por vosotros; si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.
¿Qué nos importa? continuó Rafael . Escribiremos como cantan los pájaros, por el gusto de cantar, y no por el gusto de que nos oigan. Hacedme el favor, a lo menos prosiguió la marquesa , de no sacar a la colada seducciones ni adulterios. Pues ¡es bueno hacer a las mujeres interesantes por sus culpas!
El Barbas, en su sitio, para que todos le oigan, para echarles en cara sus robos. Ni trabajo, ni me voy... Espero, ¿sabe usted?, espero que llegue la gorda; espero el día en que toda la montaña baje al llano y yo pueda quitarles el techo y el piso á todos los chalets que se han hecho esos pintureros, esos piojos resucitados que la echan de señores á costa de los pobres.
Dejemos de contarlas una á una, Porque era menester un largo canto, Y mas que en todas ellas no hay alguna, Que no tenga mil gracias; y esto tanto, Que pára á media noche allí la luna, Y el sol á medio dia, tanto cuanto Por cobrar nueva luz y resplandores De las damas de Lima y sus primores. Pues oigan los galanes amorosos, Y templen su contento.
Cada cual alegaba sus razones, tratando de quimera el ajeno parecer; la discusión se hacía general; intervenían en ella periodistas y delegados desde los más remotos extremos de la mesa; alguien brindaba sin ser oído; personas de voz escasa exclamaban en tono suplicante: «Pero oigan ustedes, señores... si ustedes oyesen una palabra...». Era en balde.
Palabra del Dia
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