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Actualizado: 10 de julio de 2025


, niño mío, parece que llueve dijo la Nela sollozando. No, es que lloras. Pues has de saber que me lo decía el corazón. eres la misma bondad; tu alma y la mía están unidas por un lazo misterioso y divino: no se pueden separar, ¿verdad? Son dos partes de una misma cosa, ¿verdad? Verdad.

La yerba parecía que se apartaba para darle paso. Nela, hermana mía gritó con angustia Florentina. Adiós, niña de mis ojos dijo la Nela mirándola por última vez. Y desapareció entre el ramaje.

Veré tu hermosura ¡qué felicidad! exclamó el ciego con la expresión delirante que era propia de él en ciertos momentos . Pero si ya la veo; si la veo dentro de , clara como la verdad que proclamo y que me llena todo.... , , ... repitió la Nela con desvarío, espantados los ojos, trémulos los labios . Yo soy hermosa, soy muy hermosa. Bendita seas ...

Me los dio D. Teodoro añadió la Nela para que me comprara unos zapatos. Como yo para nada necesito zapatos, te los doy, y así pronto juntarás aquello. ¡Córcholis!, ¡que eres más buena que María Santísima!... Ya poco me falta, Nela, y en cuanto apande media docena de reales... ya verán quién es Celipín.

Dicen que este es nombre de perra. Yo me llamo María. Mariquita. María Nela me llaman y también La Hija de la Canela. Unos me dicen Marianela, y otros nada más que la Nela. ¿Y tu amo, te quiere mucho? , señor, es muy bueno.

Saltando de piedra en piedra, subiéndose a los árboles y jugando y enredando todo el día y cantando como los pájaros, cuanto se le pone encima conviértese pronto en jirones.... Pues yo he observado en la Nela dijo Carlos algo de inteligencia y agudeza de ingenio bajo aquella corteza de candor y salvaje rusticidad. No, señor, la Nela no es tonta ni mucho menos.

Baja de techo, pequeña para albergar en sus tres piezas a los esposos Centeno, a los cuatro hijos de los esposos Centeno, al gato de los esposos Centeno, y, por añadidura, a la Nela, la casa, no obstante, figuraba en los planos de vitela de aquel gran establecimiento ostentando orgullosa, como otras muchas, este letrero: Vivienda de capataces.

El ciego alargó su mano hasta tocar la cabeza de la Nela. Siéntate junto a . ¿No estás cansada? Un poquitín replicó ella, sentándose y apoyando su cabeza con infantil confianza en el hombro de su amo. Respiras fuerte, Nelilla; estás muy cansada. Es de tanto volar.... Pues lo que te iba a decir, es esto: Hablando del mar me hiciste recordar una cosa que mi padre me leyó anoche.

Responde claramente, como se responde a un confesor o a un padre. Yo no tengo padre replicó la Nela con ligero acento de rebeldía. Es verdad; pero figúrate que lo soy yo, y responde. ¿Qué ibas a hacer allí? Allí está mi madre le fue respondido de una manera hosca. Tu madre ha muerto. ¿ no sabes que los que se han muerto están en el otro mundo o no están en ninguna parte?

Oíanse los graves mugidos de las vacas que acababan de entrar en el establo, y este rumor, unido al grato aroma campesino del heno que los mozos subían al pajar, recreaba dulcemente los sentidos y el ánimo. El médico sentó a la Nela en un banco de piedra en un banco de piedra, y ella, paralizada por el respeto, no se atrevía a hacer movimiento alguno y miraba a su bienhechor con asombro.

Palabra del Dia

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