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Cruzan apresuradamente la sala de baile, trémulos de alegría y embriagándose uno al otro, y desaparecen en un rinconcito obscuro que han elegido cerca del tablado de los músicos para substraerse a las miradas indiscretas de las otras parejas, porque todas quieren conocer a la bella molinera.

El cansancio, las inquietudes y sustos que aún tenían trémulos a Maltrana y al capataz eran para los dos cazadores incidentes sin importancia de la diaria lucha... ¡Vaya un modo de ganarse el pan! Al detenerse un instante en la cumbre del cerro, el joven volvió a ver los rosarios luminosos del alumbrado de los pueblos, la nube roja que se cernía sobre Madrid.

La madre contestó por ella: Niña, no seas mal criada; contesta a tu tío lo que debes contestar: Tío, con mucho gusto; cuando Vd. quiera. Este Tío, con mucho gusto; cuando Vd. quiera, entonces, y varias veces después, dicen que salió casi mecánicamente de entre los trémulos labios de Pepita, cediendo a las amonestaciones, a los discursos, a las quejas y hasta al mandato imperioso de su madre.

Cuando el sacerdote mostró la Sagrada Partícula hubo necesidad de advertirle que se arrodillase. La escena era triste e imponente para cualquiera, cuanto más para una hija. Las luces de cera chisporroteaban lúgubremente en el silencio de la alcoba y arrojaban trémulos y amarillos reflejos a las paredes. La voz del cura al levantar la Hostia era aún más lúgubre que el chisporroteo de las hachas.

El ritmo sonoro y metálico de las ruedas parecía decirle también con acento más implacable: ¡solo!, ¡solo! Paseaba su mirada triste por los senos profundos del horizonte y éste le devolvía, en trémulos y fatídicos reflejos, que apenas conseguían rasgar la malla de sombras, tristeza por tristeza.

Al ver á Tremontorio, comenzó á gemir y á echar por la boca preguntas y exclamaciones á torrentes, mientras revolvía el bardal de su cabellera con las puntas de los trémulos y crispados dedos de sus manos.

Hasta ahora apenas hemos hablado de la niña; de la criaturita cuya inocente vida parecía una bella é inmortal flor brotada en medio de la excesiva lozanía de una pasión criminal. ¡Cuán extraña se presentaba esa niña á los ojos de la triste mujer, á medida que ésta contemplaba el desarrollo y la hermosura, cada vez más brillante, y la inteligencia que iluminaba con sus trémulos rayos las delicadas facciones de su hija, de su Perla!

Pero a poco me di a considerar lo augusto del templo, la majestad del edificio, lo suntuoso del altar; el efecto que producían en muros y columnas las luces de los hachones; las sombras que al titilar de las flamas bailaban en las pilastras una danza de endriagos espantables y trémulos, y hasta me reí de la grotesca figura de los devotos, del sonsonete de sus rezos, de un estornudo inoportuno que vino a interrumpir una oración solemnemente principiada.

El la abraza y posa su boca ardiente y alterada sobre los labios trémulos de la joven; ella lanza un grito de dolor, y su cuerpo, sacudido por la fiebre, se estremece en los brazos de Juan.

De improviso sus ojos irradiaron un rápido fulgor vago y sombrío, atentos al Oriente se tornaron, y trémulos sus labios exclamaron, con acento á la par triste y bravío: ¡Ah! ¡en mi busca se acercan! ¡huye! ¡véte! ¿no escuchas el rumor vago y perdido que crece, que se acerca, que arremete, de la rauda carrera de un jinete y de feroces perros el ladrido?