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Actualizado: 26 de julio de 2025


Me los dio D. Teodoro añadió la Nela para que me comprara unos zapatos. Como yo para nada necesito zapatos, te los doy, y así pronto juntarás aquello. ¡Córcholis!, ¡que eres más buena que María Santísima!... Ya poco me falta, Nela, y en cuanto apande media docena de reales... ya verán quién es Celipín.

No, tampoco. Pues entonces ¡córcholis, recórcholis!, ¿a dónde vas? La Nela no contestó nada: seguía mirando con espanto al suelo, como si en él estuvieran los pedazos de la cosa más bella y más rica del mundo, que se acababa de caer y romperse.

Calla, mujer.... ¿Pues qué creías que la escritura no es lo primero?... Deja que yo coja una pluma en la mano y verás qué rasgueos de letras y qué perfiles finos para arriba y para abajo, como la firma de D. Francisco Penáguilas.... ¡Escribir!, a con esas... a los cuatro días verás qué cartas pongo.... Ya las oirás leer y verás qué concéitos los míos y qué modo aquel de echar retólicas que os dejen bobos a todos. ¡Córcholis!

Su hermano D. Carlos vivía en una casa de trapo viejo. ¡Jesús! ¡Córcholis! Y qué cosas se ven por esas tierras.... Yo también me buscaré una casa de trapo viejo. Y después tuvo que ser barbero para ganarse la vida y poder estudiar. Miá ... yo tengo pensado irme derecho a una barbería.... Yo me pinto solo para rapar.... ¡Pues soy yo poco listo en gracia de Dios!

Celipín, por amor de Dios, piensa bien lo que dices. No lo puedo remediar. Ya ves cómo nos tienen aquí. ¡Córcholis! No somos gente, sino animales. Nada, nada, no somos más que bestias que ganamos un jornal.... ¿Pero no me dices nada? La Nela no respondió... Quizás comparaba la triste condición de su compañero con la suya propia, hallando esta infinitamente más aflictiva.

Y también me calzaré las manos con eso que llaman guantes, que no pienso quitarme nunca como no sea sino para tomar el pulso.... Tendré un bastón con una porra dorada y me vestiré... eso , en mis carnes no se pone sino paño fino... ¡Córcholis! Te vas a reír cuando me veas.

No, no es para vicios, no es para vicios dijo el chico con energía, oprimiéndose el seno con una mano, mientras sostenía su cabeza en la otra es para hacerme hombre de provecho, Nela, para hacerme hombre de pesquis, como muchos que conozco. El domingo, si me dejan ir a Villamojada, he de comprar una cartilla para aprender a leer, ya que aquí no quieren enseñarme. ¡Córcholis! Aprenderé solo. ¡Ay!, Nela, dicen que D. Carlos era hijo de uno que barría las calles en Madrid.

Cada uno tiene sus cositas que llorar repuso María con voz sofocada . Pero es muy tarde, Celipe, y es preciso dormir. Todavía no... ¡córcholis! , hijito. Duérmete y no pienses en esas cosas malas. Buenas noches. Cerráronse las conchas de almeja y todo quedó en silencio.

Mira, hijito, el que me ha dado ese dinero andaba por las calles pidiendo limosna cuando era niño, y después.... ¡Córcholis! ¡Quién lo había de decir!... D. Teodoro.... ¡Y ahora tiene más dinero!... Dicen que lo que tiene no lo cargan seis mulas. Y dormía en las calles y servía de criado y no tenía calzones... en fin, que era más pobre que las ratas.

¿Pero me tienes por bobo?... ¡Ay! Nelilla, estoy rabiando. Yo no puedo vivir así, yo me muero en las minas. ¡Córcholis! Paso las noches llorando, y me muerdo las manos, y... no te asustes, Nela, ni me creas malo por lo que voy a decirte: a ti sola te lo digo. ¿Qué? Que no quiero a mi madre ni a mi padre como los debiera querer. Ea, pues si haces eso, no te vuelvo a dar un real.

Palabra del Dia

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