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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Indignado contra sus compañeros, Marcelo Valdés se puso otra vez de pie y les apostrofó con la cólera de un loco: ¡Sois unos cobardes y unos canallas!... ¡Al primero que diga una palabra a monsieur Jaccotot, le rompo las muelas!...

Don Ignacio decía el bueno de Sardiola fue siempre así. Mire usted, del cuerpo dicen que nunca padeció nada.... ¡ni un dolor de muelas! pero asegura el ama Engracia que ya desde la cuna tuvo una a modo de enfermedad... allá del alma o del entendimiento, o ¡qué me yo!

Aresti, desde un balcón, veía cuatro masas obscuras de boinas, encuadrando el espacio libre, en el cual dos parejas de toros arrastraban penosamente unas piedras más grandes que las muelas de un molino, bloques enormes que al moverse dejaban detrás de ellos la tierra profundamente aplastada.

Su vecino asentía compasivamente, acariciando su larga barba blanca, y decía: ¡Dios mío! ¡Es terrible! A Ben-Tovit le complacía observar que Samuel apreciaba toda la intensidad de sus sufrimientos recientes. Refirió por segunda vez cuanto le había sucedido. Después recordó que hacía ya mucho tiempo había tenido un dolor de muelas, pero en el lado izquierdo de la mandíbula inferior.

Su dentadura había salido con tanta desigualdad que cada pieza estaba, como si dijéramos, donde le daba la gana. Y menos mal si aquellos condenados huesos no le molestaran nunca; ¡pero si tenía el pobrecito cada dolor de muelas que le hacía poner el grito más allá del Cielo!

Bueno: pues aquella noche pidió al chico relación completa de lo que había, y mostrándose indeciso, como persona desganada que no encuentra manjar bastante incitante para despertar su apetito, se resolvió por la pepitoria. «¿Le duelen a usted las muelas, Sr. de Ponte? preguntole el chico, viendo que no se quitaba el pañuelo de la cara. , hijo... un dolor horrible.

Y así, digo que el sabio ya dicho te habrá puesto en la lengua y en el pensamiento ahora que me llamases el Caballero de la Triste Figura, como pienso llamarme desde hoy en adelante; y, para que mejor me cuadre tal nombre, determino de hacer pintar, cuando haya lugar, en mi escudo una muy triste figura. -No hay para qué gastar tiempo y dineros en hacer esa figura -dijo Sancho-, sino lo que se ha de hacer es que vuestra merced descubra la suya y rostro a los que le miraren; que, sin más ni más, y sin otra imagen ni escudo, le llamarán el de la Triste Figura; y créame que le digo verdad, porque le prometo a vuestra merced, señor, y esto sea dicho en burlas, que le hace tan mala cara la hambre y la falta de las muelas, que, como ya tengo dicho, se podrá muy bien escusar la triste pintura.

«En el nombre de Dios pusieron en obra la dicha población et andaron por todas las otras muelas que están cerca esta villa, et non hubieron tan buenos señales como en esta muela do es agora la villa de Teruel. Et los adalides et los mas sabidores de tal fecha subieron a la muela et allí do es agora la plaza de mana en el alba trobaron un bel toro et andaba una bella estrella sobre él.

Yo, señor Sansón, no pienso granjear fama de valiente, sino del mejor y más leal escudero que jamás sirvió a caballero andante; y si mi señor don Quijote, obligado de mis muchos y buenos servicios, quisiere darme alguna ínsula de las muchas que su merced dice que se ha de topar por ahí, recibiré mucha merced en ello; y cuando no me la diere, nacido soy, y no ha de vivir el hombre en hoto de otro sino de Dios; y más, que tan bien, y aun quizá mejor, me sabrá el pan desgobernado que siendo gobernador; y ¿ yo por ventura si en esos gobiernos me tiene aparejada el diablo alguna zancadilla donde tropiece y caiga y me haga las muelas?

¿A no te habrán dolido nunca las muelas, eh, Manín? preguntó el maestrante, que no podía estar un cuarto de hora sin comunicarse con su mayordomo. ¡Quiá! exclamó el gañán sin abrir los ojos siquiera. ¡Es una roca! manifestó el caballero con verdadero entusiasmo.

Palabra del Dia

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