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Actualizado: 19 de octubre de 2025
A eso de las doce sintió que Elías se paseaba en su cuarto con más agitación que de ordinario. Hasta lo pareció oír algunas palabras, que no debían ser cosa buena. Levantóse Clara muy quedito movida de la curiosidad, y poco á poco se acercó con mucha cautela á la puerta del cuarto de Elías, y miró por el agujero de la llave.
Pero en el silencio de la noche, cuando todos dormían, tras el bullir de las cenas o el trajín de los bailes, Lázaro con la cabeza entre las manos, caído a sus pies el libro de rezo y rota la oración en los labios, sentía el alma movida de esos misteriosos efluvios que nunca engendra la piedad religiosa, porque solo brotan cuando saboreamos la esperanza de la propia ventura.
Volvieron a encontrarse la mirada de Laura, llena de manso desvío, y la entristecida de Adriana. Movida ésta por impulso más fuerte que su voluntad y experimentando al mismo tiempo una sensación rara y penosísima, se acercó a Laura, le habló al oído y la sacó fuera de la habitación.
Pero lo dijo con una vacilación que no escapó á la viva inteligencia de la niña; la cual, bien sea movida por su ordinaria petulancia, ó porque un maligno espíritu la inspirara, levantando el dedito índice y tocando la letra escarlata, exclamó con acento de convicción: No;
-Todo podría ser -dijo el cura. Y, dejándolos, se volvió adonde estaba Dorotea, la cual, como había oído suspirar a la embozada, movida de natural compasión, se llegó a ella y le dijo: ¿Qué mal sentís, señora mía? Mirad si es alguno de quien las mujeres suelen tener uso y experiencia de curarle, que de mi parte os ofrezco una buena voluntad de serviros.
A la hora de la comida oyó que uno de varios huéspedes que había sentados cerca de ella decía, mirándola de reojo: «La Moreruela está hoy más guapa que nunca.» Cristeta pensó: «¡Mejor para mi Juan!» En el teatro, durante la función, trabajó apriesa; por su gusto hubiese llevado a escape las escenas, no movida de la grosera impaciencia del deseo, sino dulcemente estimulada por el anhelo de ver a Juan.
Viéndole de tal modo, con la desesperación impresa en el semblante, Clementina dejó al cabo de hablarle en aquel tono. Movida de piedad comenzó de nuevo a besarle cariñosamente. Pero él rechazó sus caricias; la apartó con suavidad diciendo: ¡Déjame! ¡déjame!... Así me haces más daño. Dos lágrimas asomaron a sus pupilas y estuvieron largo rato allí detenidas.
Pues no digo nada si, movida por la vanidad o por pasiones más tiernas y propias de tus verdes años, y cegada por ellas hasta desconocer la ruindad del sujeto que te enamora, te casas al fin con un hombre de tu clase, con algún palurdo de esta tierra. ¡Qué desgracia la tuya entonces! ¡Pronto llegaría el desengaño! Vaya..., me horrorizo de pensar en ello. Sería una profanación.
Si llegaran á saber estos manejos Alcalá Galiano y Flórez Estrada ... le digo á usted que me voy á reír de gusto. Esas son las cabezas de adormidera que es preciso cortar exclamó el viejo, guiñando el ojo y haciendo con la mano derecha, movida horizontalmente, la señal de quien corta alguna cosa. Pues fuera una lástima, porque son buenos chicos.
Unicamente sobresale entre ellos por su energía, pero esta energía no manifiesta su actividad por ningún generoso impulso, sino movida sólo por egoístas y bestiales apetitos.
Palabra del Dia
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