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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Cada vez que el confidente y el enamorado pasaban cerca de un farol, la luz se proyectaba en la fisonomía de Borrén, siempre movida, agitada y descompuesta, cómica a pesar del exagerado carácter viril que a primera vista le imprimían los cerdosos mostachos, las pobladas cejas y la prominente nuez.
Al oír la proposición de Cristeta, comenzó presentando obstáculos y haciendo aspavientos, luego sonrió maliciosamente, después fingió sentirse súbitamente movida de simpatía, y concluyó aceptando el trato previo ajuste del pago y otras condiciones.
Movida de su vana fantasía, Con sus hijas de España se ha partido, Con fin de las casar; y así sucede, Que en la muger la honra vale y puede. Tambien Diego Sanabria, el heredero, Despues salió con gente en mala extrena; Que erraron dos pilotos su rotero, Y dieron en el puerto Cartagena.
A pesar de esto, no es creible que fuese este sultan el que llevára á la mezquita mayor las aguas de la sierra para el atrio de las abluciones, porque al hablar Al-Makkarí de las mejoras hechas en el gran edificio por Al-hakem II muchos años despues, dá á entender su traductor que hasta el tiempo en que este Califa construyó los cuatro nuevos pilares para el alguado y las purificaciones surtiéndolos con agua de la sierra, no habia habido para estos usos mas fuente en el patio mencionado que la de un gran depósito que se llenaba con agua de una noria vecina, probablemente movida por un camello.
Pensábamos darlo por concluído esta tarde. Mucho es, sin embargo. Llegaron cerca de los segadores, que la saludaron llevando las manos á los sombreros, boinas y monteras, que de todo había. La condesa pasó la vista por aquellos rostros atezados y cubiertos de sudor que sonreían rústicamente sin quitarla ojo. Mal día tenéis, amigos míos dijo movida á compasión por la fatiga que revelaban.
«¡Que no lo maten!», gritó una buena alma en los tendidos; y como si estas palabras reflejaran el pensamiento de todo el público, una explosión de voces conmovió la plaza, al mismo tiempo que millares de pañuelos aleteaban en los tendidos como bandas de palomas. «¡Que no lo maten!» En aquel instante, la muchedumbre, movida por confusa ternura, despreciaba su propia diversión, aborrecía al torero con su traje vistoso y su heroicidad inútil, admiraba el valor de la bestia, y sentíase inferior a ella, reconociendo que, entre tantos miles de racionales, la nobleza y la sensibilidad estaban representadas por el pobre animal.
Guillermina, movida de gran curiosidad, se sentó, y tomándole una mano, le dijo en voz queda: «Cuente usted... Ya oigo».
Supuso la vestal del fogón que la inapetencia era desprecio, y por salir de dudas, movida de santa indignación, entró al despacho. Estaba don Juan macilento, escuálido, sentado en un sillón y más sombrío que Bruto la víspera de Filipos. Recibiola sin sonrisas, sin gana de bromas, preguntando con voz desfallecida: ¿Qué te pasa, mujer? Eso pregunto yo. ¿Qué le pasa al señor? No tengo apetito.
En el centro del lienzo esta Jesús desnudo, maniatado con una cuerda a una columna que se ve a la izquierda, estirados los brazos, dobladas las piernas, puesto el tronco casi de frente, y movida la cabeza con dolorosa expresión de sufrimiento, hacia la parte de la derecha, donde un ángel, de rostro más humano que divino, hace ademán de mostrar el martirizado cuerpo a un niño de seis o siete años, que cruzando las manos se ha postrado de hinojos para adorarlo con señales de la mayor ternura.
La viuda le dirigió una mirada de soslayo; la silla temblaba, movida por el estremecimiento de su cuerpo y tenía que apretarse el pecho para contener los latidos de su corazón. El intendente se aproximó a ella y le entregó el documento en un sobre sellado. Tomad, Marta le dijo ; conservad esto con cuidado hasta que yo vuelva de viaje.
Palabra del Dia
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