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Temíamos que el mismo carácter del héroe, entidad algo pasiva, movida por las circunstancias mucho más que movedora de ellas, comunicase cierta languidez al conjunto de la obra, impidiendo al lector interesarse sinceramente por el protagonista.

Movida por la curiosidad y espoleada por su instinto de mujer perdida, aceptó Carola la proposición; pero lo que más inclinó su ánimo fue aquella remota posibilidad de que llegasen a ser suyos los muebles a que se refirió el vejete. Si no había mentido, y cuenta que el caso, por lo vulgar, parecía verosímil, no era soñar con lo imposible.

Pensó no ver nada y vio algo que de pronto le impresionó, una mujer bonita, joven, alta... Parecía estar en acecho, movida de una curiosidad semejante a la de Santa Cruz, deseando saber quién demonios subía a tales horas por aquella endiablada escalera.

3 sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia. 4 Y la paciencia consuma la obra, para que seáis perfectos y enteros, sin faltar en alguna cosa. 6 Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda, es semejante a la onda del mar, que es movida del viento, y es echada de una parte a otra. 7 Ciertamente no piense el tal hombre que recibirá ninguna cosa del Señor.

Acometidas súbito de una ráfaga de valor, casi todas las damas declararon que estaban dispuestas a bajar con sus compañeras. Fué necesario enviar inmediatamente a Villalegre por los impermeables. La jaula, movida por vapor, estaba preparada para recibir a los ilustres expedicionarios. Constaba de dos pisos, en cada uno de los cuales cabían ocho personas en pie.

Al pasar por la aldea donde vi enterrar a Cornelia, y donde conocí al marido de Eulalia, penetré en el cementerio por las brechas del muro. La oscuridad era profunda. Los búhos de la vieja iglesia gemían o silbaban en las cornisas. La campana, lentamente movida por el aire, producía sonidos quejumbrosos y, de pronto, no qué acentos lúgubres se elevaron a mi lado.

Aunque colocada y movida con suprema elegancia esta Venus, no es una diosa, sino una bellísima mortal. Emilio Michel dice de ella que «no tiene nada común con la divinidad clásica a que nos han acostumbrado las obras de los maestros italianos» . Quien así representaba a los dioses inmortales no había de tratar con mayor consideración a los filósofos que dudaban de ellos.

Estaba en el apogeo de su belleza, en el mejor y más glorioso momento de su mocedad briosa, y con la imaginación rica de ensueños y la voluntad movida y solevantada por poderosos impulsos de ternura.

Para suplir la intermitencia de los bramidos de la chimenea, la campana del vapor tintineaba incesantemente, movida por un grumete. Este repiqueteo, semejante a un toque de misa, excitaba aún más la nerviosidad de las señoras. Criticaban muchos al capitán porque seguía adelante, exponiéndolos a un choque con otro buque o a encallar en los bajos del río.

Instintivamente, movida por el dolor, se agarró también á los rubios pelos de la hilandera, y durante algunos minutos se las vió á las dos encorvadas, lanzando gritos de dolor y rabia, con las frentes cerca del suelo, arrastrándose mutuamente con los crueles tirones que cada una daba á la cabellera de la otra. Caían las horquillas al deshacerse las trenzas.