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Actualizado: 7 de junio de 2025
Besábale las manos, sin que sus labios dejasen la ardorosa huella del deseo contenido, y todo el exceso de Juanito consistía en morder las duricias de la epidermis producidas por el contacto de las tijeras o las rozaduras y pinchazos de la aguja.
Sucedió á Hakem el débil Hescham II; mas ¿no fue bajo el reinado de este que salió de entre la muchedumbre de tus soldados ese intrépido Almanzor, terror de los ejércitos cristianos, héroe que hizo morder el polvo de la tierra á cuantos se atrevieron á medir con él su lanza, varon tan celoso de su dignidad, que al sentirse herido en Calatañazor y al creer segura su derrota, rasgó los vendajes que detenian su sangre para morir sobre el campo de batalla? ¿Cuándo arrojó mas vivos resplandores el astro de tu fortuna y de tu gloria?
Cenamos y nos dieron las tres de la mañana. En todo el club no se hablaba de otra cosa que de la boda, y, como era natural, la crítica se recreaba en morder el argumento por todas sus faces. ¿Vienes a casa? me dijo don Benito; tu cuarto está pronto. Acepté. A las cuatro de la mañana entrábamos en la casa de mi viejo amigo. Charlamos largo rato y en medio de la charla de don Benito, me adormecí.
Eva estaba caída entre los árboles, con sus ropas en desorden, y Adán sobre ella, con un gesto de locura sexual, la cogía los brazos para dominarla, y pegaba la boca a su pecho con tal avidez, que lo mismo podía besar que morder. El Tato sentíase orgulloso ante la sorpresa de su tío. ¡Eh!, ¿qué tal? Eso lo he descubierto rodando por la iglesia.
No nos engañarán más...» Pero al poco tiempo, los mismos relatos que los habían enardecido antes del primer viaje volvían a morder con profunda mella sus imaginaciones simples. La América odiosa se transformaba e iluminaba, recobrando los dulces colores de la prístina visión. Tal vez habían huido demasiado pronto; tal vez atribuían injustamente al país culpas que sólo eran de ellos.
Hay cierto espíritu de independencia en el pecado, que lo hace simpático cuando no es excesivo. Pocas son por el mundo las criaturas que, hallándose con las encías provistas de dientes, se deciden a no morder, o reconocen que hay un placer más profundo que el de hincar los dientes, y es no usarlos.
E., se armó el aparejo de pescar; varias veces el tiburón se acercó á la carnaza que envolvía el hierro; varias veces había mostrado á nuestra vista, transparentando en el azul espejo su blanco vientre al revolverse perezosamente sobre su plomizo lomo para morder, y varias veces se había frustrado el que los corbos dientes del anzuelo hicieran presa, hasta que excitado el voraz apetito del monstruo, se colocó de dos fuertes aletazos al alcance de cebo, el cual vimos sumergirse en la informe masa que presentaba su descomunal boca.
Aproximáronse, mudos, rechinando los dientes con franco propósito de morder, extendiendo sus zarpas hacia los pantalones. El joven cogió una piedra, llamando con fuertes gritos a Zaratustra y a la señora Eusebia. Sonó detrás de la cabaña un silbido y la vocecilla de Polo llamando a sus canes. Isidro pudo seguir adelante escoltado por el fiero grupo, que giraba en torno de él, oliéndole las ropas.
Ten miramiento, rapaz. Defensa de mujer. Y de lobo. ¡No te los haga yo dejar clavados en la tierra! ¡Mucho hablar es!... Si los quieres bien, no los saques al aire. ¡Mírenlos! Oliveros muestra los dientes albos, jóvenes, fuertes, con un gesto lleno de violencia, que recoge los labios y los estremece con sanguinaria y primitiva fiereza. ¡Dientes de hambre, no asustan! ¡Hambre de morder!
Ramiro cercó con su brazo el cuello de la niña oprimiéndola con dulzura. Sintió entonces el impulso frenético de poner sus labios sobre los labios de la doncella, de beber y morder en ellos el amor, la lujuria, el delirio, ¡locamente!, y la atrajo por fin hacia él con rabiosa vehemencia. Beatriz lanzó un grito: ¡Alvarez! Uno y otro volvieron el rostro.
Palabra del Dia
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