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Vamos..., he caído en la tentación. ¿Qué no van a murmurar y a morder las envidiosas cuando me vean tan peripuesta y tan guapa ir a la función de iglesia el día de Santo Domingo? Porque , mamá, irás con tu mantilla de tul bordado, y me emprestarás o me regalarás la otra que tienes de madroños, que me está como pintada.

Los que cojeaban eran reanimados con ruidosos golpes de vara, que les hacían temblar desde las patas a las orejas. Un caballo manso, en la desesperación de su infortunio, intentaba morder a los «monos sabios» que se aproximaban. Entre sus dientes guardaba aún colgajos de piel y pelos rojos.

A sus creencias, vacilantes y endebles, no quería tocar, como si fuesen un diente próximo a caerse y con el cual evitase morder cortezas duras. Vivía a su gusto y talante, sin meterse en más libros de caballerías.

Cuando ya no me veía más que como una línea del paisaje igual que una piedra ó un tronco de árbol, yo, satisfecho de verlo á él tranquilo, le miraba tranquilamente. En él no hay fraude alguno. Con fe sincera pone su cebo, lanza su caña y durante minutos y horas espera que el pez indiscreto tenga la desgracia de morder el anzuelo.

Las víboras que son mas ponzoñosas, Cascabel en la cola tienen puesto, De diversas colores son vistosas, Saltando de la tierra, y de su puesto, Arremeten al hombre muy furiosas. Hasta morder con rabia el rostro y gesto. A las hay criò Dios una yerba, Que es dicha por su nombre contrayerba.

Las mujeres rodeaban a la madre. La desesperación enfurecía a aquella mujer débil y enferma. Ya no lloraba: la muerte de su hijo la había vuelto feroz. Quería morder, estrellarse el cráneo contra las paredes. ¡Ay...! ¡mi hijooo! ¡mi Antoñito! Por las noches se quedaban en la casa Sagrario y otras mujeres para cuidar de ella.

Más de uno te he visto morder y despedazar con tus uñas y tus dientes, en los momentos en que el buen tono cede el paso a la pasión y a la sociedad. buscas la felicidad en el corazón humano, y para eso lo destrozas, hozando en él como quien remueve la tierra en busca de un tesoro. Yo nada busco, y el desengaño no me espera a la vuelta de la esperanza.

En aquella carrera furiosa sacudió un garrotazo á Gabriel de Arbín que le hizo morder el polvo, machacó las costillas á Pepín de Solano y alcanzó también con un palo en la cabeza al bravo Angelín de Canzana, que se vió necesitado á retirarse del combate. Antes de llegar cerca de Celso éste le salió al encuentro. ¡El insensato! No sabía que Toribión le aventajaba mucho en valor y en fuerzas.

Como el jazminero, era éste otro industrioso ambulante que vendía ciertas raíces blandas y jugosas, que las jóvenes se entretenían en morder restregándolas sobre los dientes. Parece broma; pero la industria decae.

Mucho tiempo hacía que tenía gana de verme cara á cara contigo. Cuando te levantes marcha á Lorío y cuenta á tus compañeros cómo te ha hecho morder la tierra el hijo de la tía Jeroma de Entralgo. Después, sereno, majestuoso, semejante á un dios recorrió el campo de la fiesta sin que nadie se opusiera á su marcha triunfante.