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Aquí se lucir pura y serena Tu frente que selló la castidad; Aquí se leen tus albos pensamientos Y la inefable candidez de tu alma, Y una elocuente imágen de la calma En la apacible vida del hogar. Aquí toda tu vida está en compendio Donde dice con cifra misteriosa: Bella argentina, madre cariñosa, Esposa tierna... ¿qué mas quieres, ?

Unas camareras de albos delantales cuidaban de la cocina y el aseo de este hogar flotante, compartiendo los peligros de los marineros rojos y tranquilos, exentos de las tentaciones que provoca el roce de la mujer. Los domingos, bajo el sol de los trópicos ó á la luz cenicienta de los cielos septentrionales, el contramaestre leía la Biblia.

A veces, paseando de noche por las calles De la dulce guitarra el éco me encantaba, Cuando el amante tierno un Triste modulaba Al pié de los balcones del ángel de su amor. Mientras, tal vez la niña oyendo las canciones Que desde la ventana le enviaba su querido, Entre cendales albos el plácido sonido Llenaba su alma y mente de plácida ilusion.

Ten miramiento, rapaz. Defensa de mujer. Y de lobo. ¡No te los haga yo dejar clavados en la tierra! ¡Mucho hablar es!... Si los quieres bien, no los saques al aire. ¡Mírenlos! Oliveros muestra los dientes albos, jóvenes, fuertes, con un gesto lleno de violencia, que recoge los labios y los estremece con sanguinaria y primitiva fiereza. ¡Dientes de hambre, no asustan! ¡Hambre de morder!

Era el carro dos veces, y aun tres, mayor que los pasados, y los lados, y encima dél, ocupaban doce otros diciplinantes albos como la nieve, todos con sus hachas encendidas, vista que admiraba y espantaba juntamente; y en un levantado trono venía sentada una ninfa, vestida de mil velos de tela de plata, brillando por todos ellos infinitas hojas de argentería de oro, que la hacían, si no rica, a lo menos vistosamente vestida.

La cabeza de la señorita de Porhoet se había desplomado súbitamente hacia atrás, su mirada estaba fija, resplandeciente y dirigida al cielo, sus labios se entreabrieron, y como si hablara en sueños: Dios dijo Dios, la veo... allá arriba... ... el coro... las claraboyas... la luz por todas partes... Dos ángeles de rodillas ante la Majestad... con albos ropajes... sus alas se agitan.

Cuando Rita recibió a la puerta del palacio el maltratado cuerpo de su niña, tomóle bajo su cuidado como un sagrado depósito y le hizo reposar entre lienzos albos y finos, orlados de puntillas, en la cama dorada, bajo la colcha joyante y rica....

Diciendo esto, desabrochó el mas lindo seno que pudo formar naturaleza; un capullo de rosa sobre una bola de marfil parecia junto á él un poco de rubia que colora un palo de box, y la lana de los albos corderos que salen de la alberca era amarilla á su lado.