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Actualizado: 16 de octubre de 2025


Primero, vemos á Don Juan vestido de criado; después, el conflicto en que lo pone su amor á Doña Inés y sus celos; luego, su deber de vengarse de Don Lope, seductor de su hermana y matador de su hermano; y, por último, á su criado en disfraz de caballero, y en la rara situación en que lo pone este disfraz.

11 De dentro de sus paredes exprimen el aceite, pisan los lagares, y mueren de sed. 12 De la ciudad claman los hombres, y las almas muertas dan voces, pero Dios no puso estorbo. 13 Ellos son entre los rebeldes a la luz, nunca conocieron sus caminos, ni estuvieron en sus veredas. 14 A la luz se levanta el matador, mata al pobre y al necesitado, y de noche es como ladrón.

El público se impacientaba, silbando e insultando al matador; éste iba detrás del toro, siguiéndole en sus movimientos de un lado a otro de la plaza, sabiendo que si entraba a matar derechamente sería él el muerto; hasta que, al fin, sudoroso y fatigado, aprovechó una ocasión para acabar con él por medio de un golletazo traidor, entre el escándalo de la muchedumbre, que arrojaba botellas y naranjas. ¡Una vergüenza este recuerdo!... Gallardo acabó por creer de tan mal agüero como el encuentro con la tuerta el permanecer en el despacho contemplando la testa de aquel bicho fatal.

Comenzaron a llover contratas sobre el nuevo espada. En todas las plazas de la Península deseaban verle, con el incentivo de la curiosidad. Los periódicos profesionales popularizaban su retrato y su vida, desfigurando ésta con episodios novelescos. Ningún matador tenía tantas corridas como él. Iba a ganar mucho dinero.

Preso el matador, fué juzgado inmediatamente, pero tales fueron las circunstancias que en el hecho concurrían, que la justicia, el día 18 de Abril, lo puso en libertad bajo fianza, según consta en las Memorias sevillanas de donde tomo la noticia de este suceso.

Hay esperanzas, me dijo, de que Parsondes viva aún; pero, si ha muerto, es menester vengarle y castigar a su matador, que no puede ser otro que el rey Nanar. Tu sabiduría, señor, le contesté, es como la luz, que lo penetra y descubre todo.

Espantado el matador de culebras qué podría ser aquella llave, miróla, sacándomela del todo de la boca, y vio lo que era, porque en las guardas nada de la suya diferenciaba. Fue luego a proballa, y con ella probó el maleficio. Debió de decir el cruel cazador: "El ratón y culebra que me daban guerra y me comían mi hacienda he hallado."

Se iba a arruinar; lo que ganaba en los toros se lo comería el juego. Pero don José sonreía desdeñoso, pluralizando la gloria de su matador. Para este año tenemos más corridas que nadie. Nos vamos a cansar de matar toros y ganar dinero... Dejad que el niño se divierta. Para eso trabaja y es quien es... ¡El primer hombre del mundo!

Y su cólera agrandábase así como iba considerando la enormidad de este descuido, que equivalía a un reto a la mala suerte. ¡Torear en Madrid con traje rojo después de lo pasado!... Chispeaban sus ojos con fuego hostil, como si acabase de recibir un ataque traicionero; se coloreaban sus córneas, y parecía próximo a caer sobre el pobre Garabato con sus rudas manazas de matador.

Un cuarto de hora después volvió a aparecer doña Sol, pero con distinto aspecto, sin la negligencia exótica con que los había recibido, vistiendo uno de aquellos trajes enviados de París, modelos de Paquin, que eran la desesperación y el asombro de parientas y amigas. Don José volvió a insistir. Se iba, era inevitable; pero su matador se quedaba.

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