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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Los que habitaban hoteles lujosos iban á instalarse en «villas» y chalets de los alrededores; los pobres, cansados del rancho del matadero, se enganchaban para trabajar en obras públicas del interior. Aún quedaban muchos en Barcelona, reuniéndose en determinadas cervecerías para leer los periódicos de su patria y hablar misteriosamente de los trabajos de la guerra.

Treinta años aterrando al mundo con el estrépito de su sable y sus bigotes fanfarrones; treinta años de titularse «señor de la guerra», haciendo temblar á los pueblos con su ceño, sus actitudes heroicas y sus frases teatrales; treinta años de preparar millones de hombres para el matadero, obligando á los pueblos á vivir armados en plena paz, y cuando apunta la desgracia para él, cuando considera su existencia en peligro, huye vergonzosamente al extranjero, abandonando á los suyos, lo mismo que un comerciante que hace quiebra fraudulenta.

Gallardo se aprovechó de esta compasión simpática para salir del compromiso. Marchando de lado contra el toro, lo hirió con una estocada atravesada y traidora. Cayó el animal como una bestia de matadero, soltando un caño de sangre por la boca. Unos aplaudieron sin saber por qué aplaudían, otros silbaron, y la gran masa permaneció en silencio.

Los sevillanos se jactan con razon de tener la mejor plaza de toros de España, y la Vírgen mas opulenta, en su catedral. Mejor les estaría tener una Vírgen pobre y carecer de toreros y de un circo que no puede tener mejor nombre que el de matadero espléndido.

La servidumbre abría sin duda las ventanas para unirse con un entusiasmo silencioso á esta despedida. Cuando sólo quedaban visibles unos pocos vagones en la boca del túnel, el coronel volvió á ocupar su asiento en la mesa. ¡Mas carne al matadero! dijo Atilio Castro mirando al príncipe . Pasó el escándalo. Continúa, Miguel.

Había que ver el desprecio con que hablaban de los enemigos de las corridas, de los que vociferan contra este arte en nombre de la protección a los animales. ¡Disparates de extranjeros! ¡Errores de ignorantes, que sólo distinguen a los animales por los cuernos, y consideran lo mismo a un buey de matadero que a un toro de corrida! El toro español era una fiera: la fiera más valerosa del mundo.

Acabó de repasarles las espaldas, volvió y llevóme a su casa, donde me apeé y comimos. Libro Segundo: Capítulo IV: Del hospedaje de su tío, y visitas; la cobranza de su hacienda y vuelta a la corte. Tenía mi buen tío su alojamiento junto al matadero, en casa de un aguador.

Esto dio a la de Bringas muchos ánimos, y bien los necesitaba la infeliz, pues iba como al matadero, considerando lo que aquel paso la degradaba. «¡Lo que puede la necesidad! pensó al tirar de la campanilla del segundo . Y quién me había de decir que yo bebería de esta agua. Ahora sólo falta que me eche a cajas destempladas, para que sea mayor mi vergüenza y mi castigo completo».

¡Claro, como que nació de cabeza! gritó D. Venancio, que estaba al otro lado del lecho, con los brazos remangados, con algunas manchas de sangre en la camisa y en el levitón, sudando, muy semejante a un funcionario del Matadero. ¡Pero estuvo mucho tiempo coronado..., Bonis! , siglos dijo el médico. A ti no se te dijo; se te hizo marchar; pero hubo peligro, ¿verdad, D. Venancio?

A los magullamientos del buey traidor uníanse las bofetadas y escobazos de la madre; pero el héroe del Matadero pasaba por todo con tal que no le faltase la pitanza. «Pega, pero dame que comer.» Y con el apetito excitado por el ejercicio violento, engullía el pan duro, las judías averiadas, el bacalao putrefacto, todos los víveres de desecho que la hacendosa mujer buscaba en las tiendas para mantener a la familia con poco dinero.

Palabra del Dia

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