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Actualizado: 25 de mayo de 2025


No le faltaba más que el palo para parecerse a los que en vísperas de Navidad conducen por las calles las manadas de pavos. ¡Cómo se clareaba el despotismo hasta en sus menores movimientos! Doña Paca era la res humilde que va a donde la llevan, aunque sea al matadero; Juliana el pastor que guía y conduce.

El señor Samdai tenía que hablarle, para lo cual era preciso que se fuese mi hombre al Matadero por la noche, que estuviese allí quemando ilcienso, y rezando en medio de los despojos de reses y charcos de sangre, hasta las doce en punto, hora invariable de la entrevista.

Al día siguiente le llevarían a su pueblo, atado y custodiado, como una res brava que va al matadero. Ya estaba allá el verdugo con sus trastos. Y aguardando el momento de salida para verle, se pasaba las horas a la puerta de la cárcel la mujer, una mocetona morena, de labios gruesos y cejas unidas, que al mover la hueca faldamenta de zagalejos superpuestos esparcía un punzante olor de establo.

Veía a los banderilleros exponer la vida lo mismo que los maestros a cambio de treinta duros por corrida, y luego de una existencia de fatigas y cornadas llegar a viejos, sin más porvenir que una mísera industria montada con los ahorros o un empleo en el Matadero. Algunos morían en el hospital; los más pedían limosna a los compañeros jóvenes.

¡Y en este matadero de la investigación había desaparecido su Feli!... ¡Allí se había disuelto su cuerpo, sin que bajasen a la tierra más que restos informes y despedazados en el fondo de una espuerta!... ¡Feli! ¡Feli!... Repetía su nombre, recordando los mil detalles de su amorosa intimidad.

¡Ay, aquel muchacho! ¡Hijo de unos padres tan honrados!... Casi todos los días, en vez de entrar en la tienda del maestro, se iba al Matadero con ciertos pillos que tenían su punto de reunión en un banco de la Alameda de Hércules, y para regocijo de pastores y matarifes, osaban echar un capote a los bueyes, siendo volteados y pateados las más de las veces.

, el nuevo matadero; ¿crees que debe emplazarse en la Escombrera, o en la playa de las Meanas detrás de las casas de don Rudesindo? Gonzalo vió el cielo abierto, y, sonriendo de placer, respondió: Yo creo que en la playa de las Meanas estaría bien... Muy abierto aquello... muy ventilado...

Señá Diega enseñar vicio ella. ¿Y por qué tienes contigo a esa gansirula, que no sirve para nada?». Contole el ciego que Pedra era huérfana; su padre fue empleado en el Matadero de cerdos, con perdón, y su madre cambiaba en la calle de la Ruda. Murieron los dos, con diferencia de días, por haber comido gato.

Nada mas eléctrico para la inmensa turba aglomerada en el anfiteatro circular y los balcones de la plaza, que la voz aguda y bélica de los clarines que ordenan y anuncian la salida de un toro á la sangrienta liza. Una conmocion simultánea agita á todos los espectadores y un rumor que revela ansiedad y curiosidad al mismo tiempo, circula en el ámbito de aquel grandioso matadero.

Los pobres que trabajaban en el Nuevo Mundo como agricultores ó dependientes de tienda se acuartelaban en un matadero de las afueras. Algunos que eran músicos habían adquirido instrumentos viejos y formaban murgas vagabundas, implorando limosna con sus rugidos de pueblo en pueblo. Pero transcurrían los meses, la guerra se prolongaba, y nadie podía columbrar su término.

Palabra del Dia

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