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Actualizado: 1 de julio de 2025


Decís, don Federico observó la marquesa , que en España cada cual está satisfecho con lo que le ha tocado en suerte. ¡Ah doctor! ¡Cuánto siento decir que ya no somos en esa parte lo que éramos!

Levantose, y mirando a la pobre joven con más lástima que cólera, le dijo: «Si tan convencida está usted, acuda usted a los Tribunales. Acudiré exclamó Isidora con firme convicción. Entretanto, es inútil que disputemos aquí. Puede usted retirarse». La marquesa intentó tirar del cordón de la campanilla.

Es caprichosa algunas veces, y necesita mucho dinero para su vida; pero ¿qué mujer no es así?... Creo que Elena también se alegrará de conocerte... ¡Le he hablado tantas veces de mi amigo Robledo!... La marquesa de Torrebianca encontró «altamente interesante» al amigo de su esposo. Había regresado á su casa muy contenta.

Vió un grupo de jinetes que venían hacia ella y se detuvo para reconocerlos. El ingeniero Canterac, deseoso de inspirar mayor interés á la marquesa de Torrebianca, la había invitado á un paseo por las inmediaciones del río, para que conociese las obras realizadas bajo su dirección.

Esto no puede seguir así; no seguirá. Voy a escribir a mi tío, a la marquesa, a D. Manuel Pez, a Joaquín... ¡Las ocho, Dios de mi vida! Me levanto. Dormiré mañana a la noche». Capítulo XII Dijo también Dios: Produzcan las aguas reptiles de ánima viviente...

Y por estas razones, con alguna más que ella conocería, y que bien pueden sospecharse sabiendo su nuevo modo de pensar sobre las vanidades de su mundo, se hallaba la marquesa de Montálvez con su hija, en el rigor de aquel verano, tomando los baños de mar en una de las playas más hermosas, aunque no la más nombrada, de la Península. Se encontraba muy bien allí.

No hay tal cosa dijo la marquesa ; tiene una señal en el pecho, es verdad; pero es en figura de rábano, un antojo que había tenido nuestra madre. Observad, doctor continuó Rafael , que mi tía desprestigia y despoetiza la historia de su querido hermano. ¡Un rábano en el pecho de un valiente, en lugar de una orden militar! Vaya, tía, ¿hay cosa más ridícula?

El Condesito volvió a negar a su madre que él tuviese relaciones con doña Beatriz, y le confesó que había estado prendadísimo de la Marquesa; pero añadió que su coquetería sin entrañas le había curado de aquel principio de amor, y que tan radicalmente le había curado, que le era ya imposible amar a la Marquesa, y por consiguiente casarse con ella, si bien reconocía que era merecedora de llevar el nombre de él y de ser su compañera de toda la vida.

Venturita, sin considerar que tenía un hermano y una hermana de más edad, se estremecía deliciosamente pensando que algún día pudiera ser «la señora marquesa» o «la señora condesa». Pero aquel marido que tenía era ¡tan obscuro! ¡tan enemigo de mezclarse en política, ni darse importancia! ¡Oh, si ella fuese la que llevara los pantalones, ya se vería hasta dónde llegaba!

Como alguien dijera riendo que Fuentes tenía "buena sombra", éste replicó vivamente: ¿Lo ve usted, conde? Hasta para decir que un hombre tiene gracia se dice que tiene buena sombra. A nadie se le ocurre decir que tiene buen sol. Y con motivo de las sombras se habló de la del manzanillo. La marquesa de Ujo preguntó al mejicano, marido de Lola, si en su país había manzanillos.

Palabra del Dia

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