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Actualizado: 1 de julio de 2025


Contaba con la fuerza del pagaré y con la palabra de la marquesa. Esta la tranquilizó el día 22, diciéndole: «Todo está arreglado. Puede usted descuidar». Pero entre tanto, Rosalía pasaba la pena negra, temiendo a cada instante una catástrofe y discurriendo toda clase de industrias y maquinaciones para evitarla.

No digo que Nicolasa, la madrastra de la marquesa Ramona, sea una criatura inverosímil de puro mala. Hay o debe de haber muchas Nicolasas en la vida real y en la sociedad en que vivimos.

Habla usted como un sabio me dijo, pero la cordura es difícil, se lo juro, cuando hay que habérselas con la suficiencia presuntuosa. Quisiera tener esa hermosa filosofía; pero carezco de fuerza de alma, lo confieso, y tengo rencor a la Marquesa por ser rica, única cualidad que es indiscutible.

Pues yo la recomendaré a usted a la superiora y le hablaré a la marquesa de Villasis, que es presidenta del consejo...

Las hijas del famoso Bonilla, importador de pañolería y después banquero y extractor de vinos, casaron: la una con Sánchez Botín, propietario, de quien vino la generala Minio, la marquesa de Tellería y Alejandro Sánchez Botín, la otra con uno de los Morenos de Madrid, co-fundador de los Cinco Gremios y del Banco de San Fernando, y la tercera con el duque de Trastamara, de donde vino Pepito Trastamara.

Aún estaban la marquesa y la condesa expresando la alegría que esta noticia les causaba, cuando se abrió la puerta y Rafael Arias se precipitó en los brazos de sus parientas, estrechándolas repetidas veces entre los suyos, y la mano al general. ¡Cuánto me alegro de verte, mi bueno, mi querido Rafael! decía la condesa.

replicó Jacobo , ya me han entregado las credenciales. Y al decir esto, puso sobre la mesita del secrétaire la carta que, dictada por la Villasis misma, le había escrito Elvira la víspera. Leyóla atentamente la marquesa, como si le fuera desconocida, y devolviósela a Jacobo, diciendo: Me parece que están en regla... Puede el señor Bismarck, cuando guste, exponerme la marcha de su política.

¡Si yo que no lo puede sufrir! dijo el italiano . Me consta... Pero como es el jefe de los trabajos y ayuda en ciertas ocasiones á Robledo y á su marido, no se atreve á decir lo que piensa de él. Luego su alegría se nubló, según le fué contando el oficinista el encuentro con Manos Duras y la confianza del gaucho al hablar á la señora marquesa. Esto último fué lo que indignó más al contratista.

Yo podría suplir las omisiones, porque me es bien conocida la materia; pero esta conducta no sería galante ni acertada, por contravenir a aquel prudente acuerdo y caer en el peligro, que también teme la marquesa, de que resulte plato de estímulos insanos lo que debe resultar muy otra cosa.

Yo me quiero ir con mi tía. Si vuelves a nombrar... ¡Mala hermana..., marquesa!...». Pecado hizo burla de su hermana con tanto descaro, que esta hubo de ponerle a raya con dos bofetadas muy bien dadas que, o mucho nos engañamos, se oyeron desde la sala. No era ella mujer que se dejaba embromar de un mocoso, aunque este tuviera los buenos puños y los medianos antecedentes del señorito Rufete.

Palabra del Dia

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