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Actualizado: 17 de mayo de 2025


A veces se remontaba tanto, que parecía confundirse con las nubes y perderse en los inmensos océanos del espacio; á veces descendía tanto, que casi casi tocaba á la tierra, y en su lenguaje ignoto decía al viento: «Bájame un poco, amigo, que me mareo en estas alturas,» ó «levántame por favor, amiguito, que voy á caer en ese lodazal

Hubo en una revolución, me entró el mareo, y con el mareo pasé a ser otro ser distinto, quiero decirte que fui otro hombre, fui un caballero, un joven, un héroe, qué yo... ¿No es cosa buena ser algo por espacio de diez minutos? Luego he repetido la toma y los efectos han sido los mismos.

El ensayo fué bueno, tuve la suerte de no sufrir el mareo haciendo todo el viaje perfectamente bien. Rio Janeiro, capital del imperio del Brasil, es una ciudad de 300,000 almas; magníficamente situada y con una soberbia y pintoresca bahía, una de las mayores del mundo.

Su impaciencia se revelaba hasta el punto de que los pasajeros de primera la designaban con el nombre de la heredera, y en voz baja se decía que iba a Corfú a incautarse de una herencia cuantiosa. Hizo bastante mala mar durante dos días, y todo el pasaje se mareó a excepción de la heredera de Germana, que no tenía tiempo para notar los vaivenes del barco.

¿Por qué la has roto? ... dijo Lázaro, deplorando no tener aquel documento. ¿Y no recuerdas haberme visto á mi aquella tarde? Si, ; lo recuerdo contestó, mostrando que nunca había olvidado tal cosa. Entraste muy enfadado. Yo estuve llorando toda la noche. Después me dió un mareo en la cabeza ... Yo creí que me iba á morir, y me alegré.

No había más luz que el difuso resplandor de los astros esparcidos en el espacio como polvo de oro. De la inmensa bóveda parecía descender una calma religiosa, una majestad abrumadora que penetraba en el alma de aquellas gentes sencillas. El infinito comenzaba a embriagarles con el mareo de su grandeza. Vosotros dijo Gabriel tenéis los ojos cerrados para la inmensidad. No podéis comprenderla.

Una señora exclamaba: «¡Ya lo creo que estarían buenas! ¡Que se acuerde de las que comía en casa de su padreOtra decía: «¡Vaya por Dios, señor; yo con estas cosas me mareoMás allá murmuraba una vieja: «¡Qué mundo éste y cuántas vueltas da!» Y todas ellas hacían coro con sus risas maliciosas y sus dichos punzantes á la mímica del jugador, el cual, así que concluyó de representar la escena, volvió á coger la bolsa y dijo como hablando consigo mismo en tono entre compasivo y desdeñoso: «Á esta pobre Laura le sienta el condado como á un Cristo un par de pistolas». Las señoras le miraron con respeto y rieron discretamente este chiste que cerraba la serie de los pronunciados con tal motivo.

Apenas se separaba de ella jurando no volver á verla, avergonzado de su vileza y acordándose de su hija con remordimiento, sentía la necesidad de buscarla de nuevo, se proponía á mismo un negocio que hacía necesaria su presencia en París, ó en Madrid, allí donde se encontraba ella, siguiendo su existencia errante de aventurera del amor, tan pronto viviendo casi maritalmente y retirada del mundo, como exhibiendo su belleza y su voz de falsete sobre los tablados de los music-hall. ¿Qué tenía aquella mujer que le trastornaba con el mareo de la embriaguez?

No me mareo precisamente la dijo , y hasta creo que pescar es cosa divertida, y que dentro de la bahía no hay peligro ninguno en el balandro; pero no me siento bien allí, ni... vamos, ni con toda la tranquilidad que se necesita para que el placer resulte... ¡Ay, papá! exclamó Nieves con la más honda pena . ¡Y a que me gusta tanto!

Cuando por las tardes Baltasar lograba acercarse algún tanto a Amparo e inclinaba la cabeza para hablarle, sentíase envuelto en la penetrante ráfaga que se desprendía de ella, causándole en el paladar la grata titilación del humo de un rico veguero y el delicioso mareo de las primeras chupadas.

Palabra del Dia

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