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Actualizado: 17 de mayo de 2025


No! me decía el alma. ! me decia la carne! Entonces me acordé de Rodin, aquel terrible personaje del Judío Errante, que luchando con el cólera, casi en las agonías de la muerte, y sin mas poder que el de la voluntad, exclamaba: «Quiero vivir, y viviré porque lo quieroYo habia hecho desde antes de embarcarme el propósito de resistir á todo trance al mareo, contando con el vigor de mi organización física: Pero al ver que esta sucumbía, me dije con resolución: «No! no! quiero que mi alma domine con su fuerza la debilidad de mi cuerpo

Quedaba algunos instantes con los ojos abiertos sin ver, con el pensamiento despierto sin pensar. Era, no obstante, un mareo tan delicioso, un bienestar tan grande, que hubiera querido que durase eternamente.

De veras, le tengo lástima... ¡pero qué mareo de hombre y qué organillo de lamentaciones! Carolina no tiene perdón de Dios, y bien podía enmendarse, al menos para evitarnos las jaquecas que nos da su marido...». D. Francisco se dormía antes que ella.

Y si papá consiente en ello, que consentirá continuó Nieves más por lo bajo todavía , así, como a la descuidada, se va usted echando hacia la mar... ¿eh? Perfectamente respondió Leto , y de ese modo iremos poniendo a prueba, poco a poco, la resistencia de usted para el mareo...

Yo me senté entre los patrones y tomamos café y ron. Shempelar, el del astillero, sacó a relucir una canción que se repitió hasta el mareo. La gracia de la canción consistía principalmente en que se refería a un capitán piloto y se hablaba de un Shanti. En el fondo, la canción no decía nada; ¿pero eso qué importa? Casi siempre, y aunque parezca absurdo, cuando menos dice una canción es mejor.

¡Por María Santísima! exclamó ella poniéndole la mano en la boca. En fin, ya esta vez me ha pasado... Vine por la calle con el mareo. Al entrar, creí que entraba en un encantado y hermosísimo palacio; las presas me parecieron unas ninfas muy aéreas, unas como animadas flores, hijas del viento, ¿qué tal? La escalera, una escalera de plata y la celadora, un ángel... ¡Jesús, basta, basta!...

Doña María, de roja que estaba volviose pálida y cerró los ojos, y respiró con fuerza, y el torbellino de su dignidad se le subió a la cabeza, y se mareó, y estuvo a punto de caer desmayada. No esperaba yo tales irreverencias del Sr. D. Tadeo Calomarde dijo con voz entrecortada por la ira . El Sr. D. Tadeo Calomarde no sabe quién soy; el Sr.

En el mareo embriagador de sus últimos giros, columbré el rostro de don Benito, que del brazo de Fernanda nos miraba con una sonrisa mefistofélica, en el momento en que el eco de los violines se apagaba, y Blanca caía fatigada voluptuosamente sobre un sofá que la sostuvo y balanceó un instante en sus muelles y flexibles elásticos.

Al levantar los ojos, Nébel había visto la mirada de ella, en lánguida imprecisión de mareo, posarse pesadamente sobre la suya. ¿Se había equivocado?

Me he comprado una botella de eso que llaman fine Champagne, y cuando veo que me entra la gran tristeza, cuando siento que se me desgarra el corazón y se me retuerce toda el alma, me tomo mi copita... ¡Padrino! Somos frágiles... A mi edad... No te enfades. Cuando estoy con el mareo, te veo, te defiendo, te pongo en las nubes, hago por ti las cosas más bellas, arriesgadas y sublimes...

Palabra del Dia

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