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Actualizado: 12 de julio de 2025
Mas no llores; la vida es así, amada, toda lucha y dolor, pena y tormento; la vida es viva acción del sufrimiento y es imagen de amor, despedazada. Yo adoro tu beldad y tu pureza como adoro a los ángeles del cielo; sólo por adorarte me desvelo en medio del dolor y la tristeza.
Un día antes de la ceremonia iba a Madrid, acompañada de las más viejas del barrio, todas con grandes cestas para los dulces. Había que adquirir, además, la corona de llores para la novia, la banda de raso que le cruzaba el pecho, y el pañuelo, el famoso pañuelo, objeto principal de la ceremonia.
Nolo, fingiendo ser un mozo que torna alegre de la feria, pasó por delante de la casa entonando en alta voz este cantar, que hemos repetido alguna vez cuantos nacimos en el valle de Laviana: Dicen que tus manos pinchan, para mí son amorosas. También los rosales pican y de ellos nacen las rosas. No llores, niña, no llores, no; no llores, niña, que aquí estoy yo.
No te agites, Dorotea dijo ; no llores; no supliques: el señor duque hará lo que sea necesario hacer; el señor duque no puede negarte nada: excelentísimo señor, afuera, en la sala, hay recado de escribir; yo sé dónde vive el licenciado Sarmiento; escribidle una carta y concluyamos, que Dorotea está impaciente. Esto es ya demasiado dijo el duque colérico.
Al cabo se dejó caer de nuevo en el diván, se llevó las manos al rostro y se puso a llorar. ¡Hija mía, no llores! exclamó Reynoso conmovido.
No llores, tontina, que el dolor de los zurriagazos pasará y la ciencia te quedará en la mollera para siempre dijo cortando con su navaja un pedazo del pan y metiéndolo en la boca. Si quieres saber mi dictamen, cuanto más te peguen más contenta debes de estar. ¿Qué serías tú si Concha no tuviese la misericordia de castigarte duro?
¡Adiós! continuó en voz baja, con la garganta hinchada de sollozos . Ya no me verás... Voy á morir pronto: me lo dice el corazón... ¡Moriré por ti!... Tal vez llores algún día pensando que pudiste salvarme. Alguien había intervenido para arrancar á Freya de su rebelde inmovilidad. Era Caragòl, solicitado por los ojos implorantes del piloto.
Dile, hija mía, que es inútil todo remedio, pues la enfermedad de ese cliente es mortal. »Y al ver que yo no podía contener mis lágrimas, agregó: » No llores, Antoñita, no te intereses por esa persona. Aún le restan algunos meses de vida y entretanto estará Amaury de vuelta. »¡Dios mío! ¡Me asusto al pensar en que mi tío pueda morir estando usted tan lejos y yo aquí sola, absolutamente sola!
No llores, chiquita dijo el anciano médico apretándole la cabeza contra su pecho ; no hay motivo aun para alarmarse... Yo haré lo que pueda y más de lo que pueda para salvarla. ¡Sí, sí, don Máximo..., hágalo usted por cuanto más ame en este mundo!..., ¡por la memoria de su esposa, a quien usted quería tanto!
Cuando yo muera y mis vecinos, después de haber dejado en el campo de la muerte el puñado de polvo que reste de mi cuerpo No llores por mí; lanza a los horizontes tus alegres sonidos de los días de fiesta. Quisiera que imitara tu voz de bronce el ruido alegre que produce al romperse la cadena del esclavo o el cerrojo de la cárcel cuando se abre para dar libertad al cautivo.
Palabra del Dia
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