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Actualizado: 31 de octubre de 2025
Pues me refiero a un día memorable porque en él cayó sobre Cádiz y junto a la torre de Tavira la primera bomba que arrojaron contra la plaza los franceses. Ha de saberse que aquel proyectil, como los que le siguieron en el mismo mes tuvo la singular gracia de no reventar; así es que lo que venía a producir dolor, llanto y muertes, produjo risas y burlas.
Tenía la tez algo carminosa, como excitada por el aire fresco de la mañana; los ojos acusando insomnio y llanto, contorneados de un livor apenas perceptible; el garbo, la esbeltez, la manera de andar, eran una delicia.
De día, por lo menos, adonde quiera que volviese los ojos, veía algo que le hablaba de ella, y volvió a verla como tantas veces la había visto, bañada por los últimos reflejos del sol, contemplando inmóvil el mudo espectáculo de la puesta del sol; y contenía la respiración y el paso, como antes en presencia del cuerpo viviente, temeroso de verla desvanecerse, de perderla. ¡Y había desaparecido, se había desvanecido, la había perdido! ¡Cuántas veces le había oprimido el corazón ese sentimiento de pavor! ¿Era aquel un ser hecho para la vida terrenal? ¡Cuántas veces la había oído decir, hablando de lo futuro, de lo que debía hacer tal día: «¡Sí estaré todavía en el mundo!...» Y Vérod se detuvo sin poder ver nada más, los ojos cargados por el llanto, y su dolor era tan agudo e inefable, que casi se convertía en una mortal voluptuosidad.
Y así por no acordarme de tal llanto, De tan crudo dolor y triste suerte, Quisiera fenecer con este canto, Que dudo que mi pluma bota acierte. Que puesta la memoria en el quebranto, Cuando me ví tan cerca de la muerte, Temo se ofuscar
No, ya no quiero consolar al triste, ni con mis manos enjugar su llanto: ya mi alma, endurecida, se resiste hasta del bien al goce sacrosanto. Ya el dolor me arrebata y desespera, sin que consuelo á la paciencia pida: ya aborrezco el dolor... ¡el dolor, que era la ilusion más hermosa de mi vida!
¡Quién lo había de creer!... Al oír esto la niña, apagóse en sus labios la sonrisa, como una luz que mata de repente una ráfaga de viento; cruzó las manos angustiada, miró a su madre con espanto y se echó a llorar a lágrima viva, con el corazón encogido... Pero ¡vaya por Dios, vida mía! exclamó Currita estupefacta . ¿A qué viene ese llanto? ¿Es que no quieres venir?
Ya el bravo miliciano «Monta á caballo, y con el sable en mano «Se apresta á combatir! «Ya el pueblo entero se alza como un hombre, «Invocando de Patria el santo nombre «Con éco varonil! «A las armas valientes argentinos, «Venid á decidir vuestros destinos «Con grande corazon. «Paisanos á las armas! derroquemos «Al infame tirano á quien debemos «Llanto y desolacion.
No quiero referir lo que trataron Los tristes dos amantes, y su llanto, Las voces y suspiros que formaron, Porque era necesario entero canto. Al fin su triste noche la pasaron, Envueltos en dolor y crudo planto, Quien duda que la dama no diría, ¡En mal punto topé tal compañia!
En esto se solazan las mujeres cuando son niñas, y todavía muchísimo tiempo después de dejar de serlo. Pero Lucía no era niña para siempre. Seguía corriendo el tren, y la desposada no lloraba ya. Apenas se advertían en su rostro huellas de llanto, ni sus párpados estaban enrojecidos.
Pero como Dios no oye á los réprobos, y el llanto de Jucef mojaba inútil las losas del santuario, y el semblante entristecido de Leila más y más pálido se mostraba, y más sus ojos ardientes, febriles, lánguidos, el cuidado paternal por ciego dió en el engaño. No vió que el amor es vida cuando anhela un sér soñado, y anhelándolo le goza, y se sublima esperándolo.
Palabra del Dia
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