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Actualizado: 30 de junio de 2025
Al ver la digna y caballerosa reserva de don Mariano, Laura, sobreponiéndose a su exaltación y sonriendo a través de su llanto: Sólo me queda rogarle que nos considere siempre sus amigos... dijo.
Yo, que parezco tan alegre, lloro a solas como si dentro de mí tuviera algo malo de que pudiera librarme con el llanto. Llorar es nuestra defensa, con frecuencia nuestro recurso, el mayor encanto de la mujer, siempre nuestro verdadero consuelo. Pero ¡qué diferencias establece el tiempo!
Todos los que estaban dentro ardieron como estopa, y cuando el prior oía el llanto de las mujeres y de los niños, decía el muy bruto: ¡Bien templado está el órgano! ¡Parece mentira que crea Vd. esas paparruchas! ¿Y lo que está haciendo por ahí ahora ese cura, cuyo nombre es un escarnio?
Luégo miró con espanto que agitada, convulsiva, por la boca sangre viva, por los ojos triste llanto, lanzaba Ayela, y que en tanto la muerte apagaba impura de sus ojos la hermosura, y con mate palidez manchaba la limpidez de su nítida blancura.
D. Benigno hacía los imposibles por impedir que las lágrimas salieran de sus ojos, y ya miraba al lecho, sin dejar de atender con toda su alma a lo que Sola decía, ya estiraba los músculos de su cara, ya en fin ponía diques al llanto queriendo convertirlo en benévola risa. Por último, pudo más su emoción que su dignidad y se llevó la mano a los ojos.
La dió un beso más apretado en la frente y se puso a llorar, con sollozos convulsivos que sacudían todo su cuerpo. Entonces, Susana se asustó. ¿Qué tienes, mamá? ¿qué ha pasado? Misia Gregoria no contestaba; su llanto era tan copioso, tan sentido, que no podía hablar. Y Susana, afligida, repetía: Mamá, ¿por qué lloras? dime, ¿por qué?
Acentuándose sus místicos sentimientos, imprimió el mismo año, en Valladolid, los Cuatro solilóquios... llanto y lágrimas que hizo arrodillado delante de un Crucifijo, pidiendo a Dios perdón de sus pecados, después de haber recibido el hábito de la Tercera Orden de Penitencia del seráfico Francisco; es un patético librillo de arrepentimiento que debe ser anotado como precedente de la inesperada transformación que veremos operarse en la vida de Lope antes de mucho tiempo.
Aun recuerda con llanto de regocijo los días buenos en que él fué don Juan y Manfredo, Sullivan y Don Álvaro. Estos héroes le dieron el prestigio de su poder imaginario entre bambalinas y oropel, y pusieron un poco de oro de leyenda en su vivir menesteroso, a cuyas puertas solía llamar el Hambre con su puño espectral.
La voz de Margarita temblaba al decir esto, como si fuese á llorar; pero sus ojos permanecieron secos. No sentían la irresistible necesidad de las lágrimas. El llanto era ahora algo superfluo, como otras muchas cosas de los tiempos de paz. ¡Habían visto sus ojos tanto en pocos días!... ¡Cómo le amas! exclamó Julio.
No pueden durante el año casarse mientras el luto, pues si en este tiempo ha tenido alguna viuda comunicacion con algun hombre, los parientes del difunto matan á ambos, si no resulta haber sido ella violentada. No he descubierto que los hombres estén obligados al mismo llanto en la muerte de sus mugeres.
Palabra del Dia
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