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Actualizado: 31 de octubre de 2025


LEONOR. Si necesitas mi sangre, aquí la tienes. MANRIQUE. ¡Leonor! ¡Qué desgraciada en amarme has sido! ¿Por qué, infeliz, mis amores escuchaste? ¿Y no me aborreces? LEONOR. No. MANRIQUE. ¿Sabes que presa mi madre espera tal vez la muerte? ¡Venganza infame y cobarde! ¿qué espero yo...? LEONOR. Ven... No vayas... Mira, el corazón me late, y fatídico me anuncia tu muerte. MANRIQUE. ¡Llanto cobarde!

Cuando el espectador rie siempre, ó siempre llora, algo hace el actor para producir aquella risa ó aquel llanto. aquí nuestra idea.

El mío prosiguió con una voz en que se notaban dejos del llanto sirvió también a su rey en la Armada real hasta el año 68...; en el mes de septiembre se arrancó los entorchados y rompió su espada... Yo, señor, desenvainé la mía por primera vez en la batalla de Alcolea, y fiel a las tradiciones de mi raza, vengo a ofreceros hoy como Grande la que ya os di como soldado...

Su vista se fijó en ellas. El corazón le dijo que algo de muy interesante encerraban. Entonces las leyó con pausa, con interrupciones, con muy frecuentes interrupciones, porque el llanto se agolpaba en sus ojos y la cegaba y no le consentía que leyese.

No encontré para besar más que las crudas tablas de su vacío lecho de muerte, el suelo de su cuarto, el umbral de la puerta por la que su ataúd había pasado al salir entre los tristes ecos de llanto general de la población, para ir a descansar en el campo de la muerte.

¿Y quién no abriga fuego sacrosanto Y vuela con ardor á la batalla? ¿A quién detiene ni el amor, ni el llanto, Ni el silbo de la bala y la metralla? ¿Quién por la patria perecer no jura De Varela en la yerta sepultura?

Ha sido si la primera, la más importante víctima del criminal alzamiento, y sobre sus escombros, en medio del llanto de las mujeres y las maldiciones de los hombres, han jurado los cubanos guerra sin cuartel á los infames perpetradores del horrendo crimen, que deja en la miseria á tantos desgraciados.

¡Cállese usted! dijo Pablo Aquiles, ahogado y descompuesto. Que no y que no; he de gritar y me han de oír los sordos, me quiere usted echar a la calle, ¿eh? pues lo veremos. Se sentó en el umbral de la puerta que caía al patio, como quien ocupa cómoda tribuna para hacerse oír de los vecinos; a sus voces se unió el llanto del niño, y ante tamaña algarada acudieron Gregoria y Casilda, sorprendidas.

¡Ven ya, mi dulce amor! ¡Ven, que entre tanto lo admiro todo, pero... no me llena! ¡Vén a enjugar por fin mi acerbo llanto! Vén ¡la nostalgia el corazón me apena! Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. ¡Oh, ven, ven ! ¿Por qué tan lejos, mi bien, y de tan apartado, continuamente suspiros por de mi pecho arranco?

¿Por qué, sin buscar alivio a mi dolor y a mi llanto, fijo en mi pensamiento, de no quiero apartarlo? ¿No hay, acaso, otras mujeres ni otros amores, acaso, ni otras beldades que amantes me reciban en sus brazos? ¿Acaso en solamente Natura ha depositado la esbeltez y la hermosura y los mayores encantos?

Palabra del Dia

aquietaron

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