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Actualizado: 30 de junio de 2025
La música, en la cual había hecho prodigiosos adelantos, había fomentado en su corazón cierta tendencia a la melancolía y al llanto.
Hoy es uno de los días en que le he sentido más que nunca, y me he encontrado bañada en llanto, sin darme cuenta de ello, mientras paseaba; parecía que mi vida se rejuvenecía, que mi alma tomaba cuerpo y se disponía a presentarse a mi creador, a mi juez... ¡Ay de mí!; ¡que su juicio, próximo a emitirse, sea indulgente!
5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. 6 Tornadle a dar como ella os ha dado, y pagadle al doble según sus obras; en el cáliz que ella os dio a beber, dadle a beber doblado. 7 Cuanto ella se ha glorificado, y ha estado en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada reina, y no soy viuda, y no veré llanto.
Fortunata, desde que su tía empezó a hablar, lloraba a lágrima suelta; pero al oír lo de que iban a ser marquesas, una ráfaga de jovialidad pasó por encima de la onda de tristeza, y la joven se echó a reír con la cara anegada en llanto.
Te desobedecí, fuí ingrato á tu amor, fuí sordo á tu llanto, y el cielo me castiga por aquella culpa. Pero tú que fuiste tan buena, tan paciente, tan generosa; tú que tanto sufriste, que tanto lloraste, madre de mi vida, madre de mi alma, tú perdonarás á tu hijo.
Empaquetado todo el mundo, se confunden en el aire los ladridos del perrito, la tos del fraile, el llanto de la criatura, las preguntas del francés, los chillidos del bambino, que arrea los caballos desde la ventanilla, los sollozos de la niña, los juramentos del militar, las palabras enseñadas del loro, y multitud de frases de despedida.
Dos arroyos de llanto y el anhelar de un pecho fueron la respuesta. Artegui subió a Lucía en vilo al diván y se sentó a su lado.
Llorando dice: «¡Ay de mi ¿dónde estoy? ¿dónde me veo? ¿ó quién me ha traido aquí? ¡tan cerca lo que poseo! ¡tan lejos lo que perdí!» Lloren al fin entre tanto que no descansa su mal, y obliguen al cielo santo; que no puede ser el llanto á sus delitos igual.
Hecha Lucía un ovillo en la esquina del departamento, sollozaba sin amargura, con algún hipo, con vehemente llanto de niña inconsolable.
Duró algún espacio, junto con el llanto, la admiración en todos, y luego Cardenio y Luscinda se fueron a poner de rodillas ante don Fernando, dándole gracias de la merced que les había hecho con tan corteses razones, que don Fernando no sabía qué responderles; y así, los levantó y abrazó con muestras de mucho amor y de mucha cortesía.
Palabra del Dia
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