Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de julio de 2025
Los jóvenes, hundidos en altos sitiales de drama romántico, hablaban de caballos y mujeres y llevaban la cuenta de cuantos desafíos se realizaban en España, pues todos eran hombres de honor quisquilloso y obligatoria valentía. En un salón interior se tiraba a las armas; en otro se jugaba desde las primeras horas de la tarde hasta después de salido el sol.
Mientras la turba estudiantil iba y venía buscando nidos en los árboles, o, vigilada por el Padre Rector, jugaba al salta-cabrillas, yo me tendía en la hierba, y dejaba que mi pensamiento volara más allá de la populosa ciudad, más allá del obscuro lago de Texcoco.
Y todo ¿por qué? Por haber tenido la desgracia de amar á una criatura feroz que jugaba con mis sufrimientos y se felicitaba por mi abyección. Lea levantó los brazos y por primera vez miró á Jacobo con ojos aún turbados por el terror. ¡No! No por haber tenido la desgracia de amarla, replicó, sino por haber cometido la indignidad de hacerla traición...
En la mano de Lucía se encogió de pronto el cabello de Sol con que jugaba. ¡Ay! me haces daño. ¿Quieres que vayamos a ver cómo está Ana?
No y no. Aun en el supuesto de que pudiera echarse tierra sobre la falsificación... ¿qué porvenir me espera? ¡trabajar, trabajar siempre! porque de esto sí estoy convencido, el juego no saca de pobre a nadie: los jugadores son ricos de relumbrón, y aun así, en las raras ocasiones que la suerte les permite brillar, pues, a lo mejor, se quedan a obscuras por larga temporada... y con franqueza, yo no podría trabajar, no podría; ¿acaso me voy a poner detrás de un mostrador? ¿a entrar de cagatinta en una oficina? ¿a ir de guardador de ovejas a una estancia? ¡sería vergonzoso! y como carezco de capital, me sería imposible emprender un negocio cualquiera... Creo que, si lo tuviera, el capital, lo jugaba de un golpe, a ver... No sirvo, pues, para trabajar, y no pudiendo avenirme, naturalmente, con mis gustos y mi educación, a hacer las del tío Agapo, me doy yo mismo el pasaporte... Ya llega, ya llega el agua y el farol de la punta del muelle está encendido... pero, todavía no...
No me sentía abochornado en lo más mínimo, demasiado atontado y amodorrado, como estaba aún, para darme cuenta exacta de mi situación. Al principio, nadie notó mi presencia; porque, en las salas reservadas para los hombres, el humo de los cigarros era tan compacto que a tres pasos no se distinguían sino bultos confusos... Se jugaba fuerte.
El conde de Onís, que en un principio se había mostrado jaranero, fue quedando poco a poco pensativo y amurriado. Jugaba sin atención alguna; de tal modo que sus compañeros le llamaron al orden más de una vez. Pero, conde, ¿qué es lo que tiene usted hoy? Le veo muy preocupado dijo al fin D. Pedro. En efecto, ze noz ha puezto uzté mu triztón corroboró Valero.
Vea usted, señorita: si Ricardo está creyendo que yo pretendo a Gabriela, es porque alguno le ha engañado.... ¡Alguno que ha querido burlarse de nosotros...! Luisa nos escuchaba atentamente, jugaba con el abanico, y sonreía al oirme. Teresa se quedó un instante pensativa. Oiga usted, Rodolfo: ¿me quiere usted hacer un favor? Veamos, ¿cuál?... ¿Tiene usted amores con esa señorita? No. ¿De veras?
Linda, la que estuvo en Urbia cuando fué el domador, y murió tu madre. ¿No te acuerdas? ¿Usted es Linda? ¡Oh, no me hables de usted! Sí, yo soy Linda. He sabido como habías venido a Logroño y he mandado que te buscaran. ¿De manera que tú eres aquella chiquilla que jugaba con el oso? La misma. ¿Y me has conocido? Sí. Yo no te hubiera conocido. Habla, cuenta de tu vida.
Digo que Isabelita, si alguna vez jugaba con muñecas, no tenía en esto gusto tan grande como en reunir y coleccionar y guardar cosillas. Tenía la manía coleccionista.
Palabra del Dia
Otros Mirando