Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de mayo de 2025
Hubiera querido continuar para que Nancy se irritara contra él; era una tranquilidad y una firmeza tan exasperantes. Pero al fin y al cabo todavía no le era indiferente. La entrada de Priscila, que se precipitó diciendo: «¡Dios mío! Dios, veamos, hija, qué tiene ese vestido», le quitó a Godfrey la esperanza de una querella. Supongo que ahora debo irme le dijo a Priscila.
Como tú llevas una existencia de hombre primitivo, ignoras felizmente lo que cuesta vivir de este modo... He tenido que trabajar mucho para no irme á fondo, ¡y aún así!... Mi pobre madre me ayuda con lo poco que puede extraer de las ruinas de nuestra familia. Pero Torrebianca pareció arrepentirse del tono quejumbroso con que hablaba.
No atreviéndome a pedírsele ni pudiéndome resignar a irme sin él, quise robarle con una astucia, a la cual se prestaba la diferencia de alturas de nuestros asientos. Me fui deslizando del mío poco a poco, y bajando, bajando, hasta verme de rodillas delante de ella. ¡Aquel era mi puesto!, ¡así debía estar yo, y más abajo todavía, y pisoteada por sus pies!
Es tarde... Acaso estoy soñando ya. Debo irme a acostar... Mañana desaparecerá la alucinación. Efectivamente, era ya entrada la noche, pues en una habitación vecina el reloj dio la una. Hizo entonces el joven un esfuerzo para levantarse, aunque sin conseguirlo, saludando al retrato, entre burlón y respetuoso: De todos modos, don Fernando, os agradezco en el fondo de mi alma vuestra bendición.
Permita Dios que se duerma dijo Quevedo para sí , no sé ya qué decir á su majestad... y es necesario que la reina se prepare... en mi vida ni en muerte, espero verme en tanto apuro. ¡Gran rey el nuestro! por menos de lo que yo estoy haciendo azotan á otros. ¡Aún estáis ahí! dijo el rey levantando del libro los ojos. Esperaba, señor, que me mandárais irme.
Se vió de pie en el centro del estudio, mirando con inquietud hacia la puerta, murmurando estúpidas excusas. «Debo irme: es tarde. Me esperan unos amigos...» Ella se había serenado. También estaba de pie, y le miró con asombro é ira. Tú eres el único que podías hacer esto dijo, al despedirle, con un acento cortante . Ahora veo claro. Te odio como tú me odias. Mi capricho era estúpido.
Tomé el sombrero y me dispuse a salir antes de que acabara la tertulia. Al irme oí que Porras decía: Vamonos. Ya estamos en tinieblas, y el buen amigo don Juan es tan avaro que no quiere gastar en una vela; por eso nos tiene a obscuras. ¡Viva el obscurantismo!
Cuando se sintió más sereno, tocó un timbre. Entró un joven alto, tonsurado, pálido y triste, tísico probablemente. Era un primo del Magistral que hacía allí veces de secretario. ¿Qué habéis oído? Voces; nada. El cura de Contracayes, que es un salvaje.... Sí, ya sé... ¿Qué hay? Nada urgente. ¿De modo que puedo irme? No me necesitáis.... No; hoy no.
Tenéis razón; pero no fuí yo... fué un impulso superior á mis fuerzas... no hablemos más de eso... Pero en la situación en que me encuentro... Os salvaré de ella... Alguien habrá de saber... Dios, que lo sabe todo, vos y yo. ¿Y qué pensáis hacer? decidme. Por el momento, alejar á Esperanza de Madrid. Para eso necesito irme con ella, estar á su lado algún tiempo. ¡Ah! Un mes á lo menos.
Para mí la patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber. Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano y amable al sacrificio; hay que hacer viable e inexpugnable la guerra; si ella me manda, conforme a mi deseo único quedarme, me quedo en ella; si me manda, clavándome el alma, irme lejos de los que mueren como yo sabría morir, también tendré ese valor.
Palabra del Dia
Otros Mirando