Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 17 de septiembre de 2025


El cual, estando la séptima noche de los días de su gobierno en su cama, no harto de pan ni de vino, sino de juzgar y dar pareceres y de hacer estatutos y pragmáticas, cuando el sueño, a despecho y pesar de la hambre, le comenzaba a cerrar los párpados, oyó tan gran ruido de campanas y de voces, que no parecía sino que toda la ínsula se hundía.

Examinaba embebido las tristes murallas que se elevaban a mil pies de altura, cortadas a pico, por encima de los pinos que lo rodeaban; el cielo cubierto de amenazadoras nubes, y más abajo el valle que se hundía ya en la sombra, cuando oyó de repente que lo llamaban. Un jinete ascendía poco a poco por el camino.

Y la cogía una mano, oprimiéndola con pasión; hundía sus dedos en la manga, acariciando el brazo por debajo del guante. ¿Lo ves? decía ella sonriendo con frialdad. Es inútil; ni el más leve estremecimiento. Para eres un muerto. Mi carne no despierta a tu contacto; se encoge como al sentir un roce molesto. Rafael lo reconocía así.

Apenas teníamos horizontes, y estos de un color plomizo muy pronunciado; el viento completamente huracanado traía su furia del Nordeste; las mares se precipitaban unas á otras en inmensas trombas, las cuales al romper rebasaban la obra muerta, siendo infructuosas las bombas que no se dejaban de la mano; la impetuosidad de los vientos arrancaba montañas de espuma que en menuda lluvia nos azotaba; cerrando tan angustioso cuadro mares encontradas que hacían retemblar á la pobre María Rosario, que unas veces hundía en el abismo la perilla del bauprés, para luego verla levantarse trabajosamente y rozar con la espuma las batallolas de popa.

Y debatiéndose entre los hombres que la sujetaban para que no acometiese a Rafael, hundía las manos en sus harapos buscando el dinero, con una falsa precipitación, con el firme propósito de no encontrarlo. Mas no por esto era menos dramática su actitud. ¡Tómalo, perro roío!... ¡Ahí va, y así cada peseta se te güerva un mengue que te muerda el corazón!

Encontraron un asilo en Conil; allí contaron detalladamente el prodigio, y este relato, ya desnaturalizado por ellos, tomó, al pasar por los labios de los campesinos de Conil y sus alrededores, un carácter tal, que ya no se trataba de una tartana, sino de un inmenso navío, tripulado por legiones de demonios que vomitaban llamas, con sus alas de fuego, y llevando a la cabeza al gitano o mejor dicho, al mismo Satanás, como ya se dijo juiciosamente en la barbería de Flores , que se había precipitado al fondo del Océano, en el momento en que la tartana se hundía a los cañonazos del guardacostas; en fin, una historia digna del Romancero, pero que, por absurda que fuese, y según la predicción del gitano, tuvo durante largo tiempo a todo el litoral en jaque y llevó a su límite máximo el terror que inspiraba el nombre del condenado.

Y uniendo la acción a la palabra, se recostó, mejor dicho, se dejó caer sobre un sillón de muelles en los cuales se hundía su pesado cuerpo. «Voto va Deu, ¡qué blando es esto!, ¡qué comodidad! exclamó riéndose de su propia malicia . ¡Valientes pícaros! Ya os daría yo en vez de sillones de muelles, por ejemplo, un banco de carpintería... ¡Hala, y darle al mazo!».

Los resultados de semejante doctrina se hallan patentes en la triste suerte que ha cabido á tan brillante como malogrado ingenio; abrió una sima en que se hundia toda verdad; el primero que se ha sepultado en ella, ha sido él mismo. Apelar á la autoridad de los demás en todo y para todo, despojar al individuo de todo criterio, era anonadarlos todos, incluso el que se pretendia establecer.

El capitán del buque que se hundía, puso sus dos manos ante su boca en forma de trompa, y por medio de esta bocina improvisada dijo no sabemos qué cosa al grumete que tuvo la atención de formar también con su mano una especie de trompeta acústica.

Todo se hundía, al pronto, en el mismo encantamiento. Hasta los vendedores errantes se postraban junto a su mercancía, donde les tomaba el golpe de badajo. En la plaza, más de uno se terciaba el embozo y se quedaba dormido.

Palabra del Dia

desenvainemos

Otros Mirando